Aquellas cuencas
hundidas y opacas
ven más
que esas que juegan
al exoftalmo
y en cuyas profundidades
se averigua
una nueva gama
de colores.
Aquellos tímpanos
atrofiados,
enredados
en la maraña del silencio
se escuchan mejor
a sí mismos
que esos oídos finos,
roedores,
a distancias ingentes,
del decibelio más imperceptible.
Aquellos ausentes de habla
son más plausibles
gracias a sus gestos
y sus miradas
que esas verborreas
carentes de aliño
y aborrecibles.
Como que expresan con más viveza lo que quieren transmitir los mudos, con su lenguaje de señas y gestos corporales.
Bonito tú texto.
Un saludos Andrea.