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Playa Lejana

A veces pienso; y miro el mar centelleante de reflejos de luna y estrellas, y la verdad es que no sé si es el olor a horizonte, o la arena de playa derramada en una brisa templada, como polvo de hadas tañendo con sabor de melancolía; no sé si será eso, o el cansancio después de la tarde calurosa en este verano de frio corazón, con olas de fondo y risas de terrazas atestadas de gente que por momentos son felices, olvidando los problemas de su vida cotidiana. La verdad, no sé qué es, pero me aprieta el pecho, y me miento, porque la sal del agua del mar me ha irritado los ojos, y ahora los siento más humedecidos de lo normal.

Pienso, pero ya no vale para nada, ahora estoy solo, y por muchas risas que me puedas ver en el rostro, mi corazón se siente apagado, palpitando por obligación, sintiendo solo a veces una cierta quietud casi cercana a la felicidad, quizás por el calor que los rescoldos de tiempos pasados dejaron en su rítmico latir. Y tiene gracia, que esto me pase solo, solo cuando, …

Así es, yo elegí estar aquí, sobre mi vieja toalla de playa, apoyado en la pared de roca que separa con unos dos metros el paseo, de la arena y las parejas de enamorados que se esconden en su rubor y excitación, descubiertos por una luna envidiosa que parece por momentos lucir más de lo que debiera en un vano intento de hacerles sentir culpables. Yo elegí y ahora no puedo cambiar este sentimiento amargo.

Enciendo un cigarro y el humo sube tranquilo hacia el cielo. Se está bien aquí, pero que muy bien. Doy una calada y aprovecho que tengo la mano cerca para secar de mis mejillas los surcos de un dolor profundo desprendido de mis ojos tristes; inundados de recuerdos del rojizo cabello de la mujer que deje un día, a la que no pensaba querer tanto, la que ahora me arranca el alma aun si saber dónde estoy, quizás esperando que un día suene su teléfono y podamos hablar de nuestra separación.
Y es que hubo malos momentos, como en todas las relaciones supongo, y no sé qué fue lo que me hizo decidirme a desaparecer dejándola una carta en la que le decía todas las cosas bonitas que debía de vivir, y que se estaba perdiendo a mi lado. Creí que sería lo mejor, pero quizás me equivoque. Y lo que más me duele es no tener el coraje suficiente para llamarla y preguntarle solamente “como estas?”, quizás eso fuese lo justo después de lo que hice, pero, qué derecho tengo? No fue suficiente con marcharme hacia el norte, llamado por la sangre de mis antepasados dejándola sola? Es que no tengo corazón? Acaso quiero hacerla más daño?
Y quizás ella lo desea, espera con todo su corazón que nos volvamos a ver, pero ya son 6 meses los que llevo aquí y tengo un miedo aterrador. Kelvin, nuestro pequeño tiene ya 1 año y cinco meses, veo sus fotos en internet de vez en cuando, y es cierto lo que me decían cuando era más pequeño, se parece a mí. No puedo ocultar mi sonrisa más sincera, aunque después como siempre se me haga un nudo en la garganta y en la boca del estómago al verme donde estoy, contemplando una luna tantas veces soñada junto a él, junto a ella, el jugando con la arena, ella abrazada a mi…
Apuro mi cigarro, y seco las lágrimas que otra vez se han escapado de mis tontos ojos. Yo elegí estar aquí, estaba mal junto a ella, me sentía desamparado y creí que había dejado de quererla y ahora no hago más que venir las noches que puedo a la playa a tumbarme sobre mi vieja toalla con mi cigarro en la mano, a recordar tiempos pasados, entremezclando polvo de hadas y reflejos de agua de luna con aroma de añoranza y deseos de volverte a ver princesa… fui un estúpido y espero con toda mi alma que puedas sentir por un momento mi corazón triste para que sepas que yo no soy capaz de volver, que me siento un mierda por haberme ido y despreciable pensando que mi hijo no debe de acordarse de mí. Y levantándome como cada noche subo la mirada hacia las estrellas y las vuelvo a pedir de corazón que te digan que lo siento y que algún día me puedas perdonar, es hora de volver a casa, quizás un día estemos los tres aquí juntos siendo felices como un día soñamos ser, como los enamorados de la playa y los que se oyen en las terrazas, como ese crio que mira el mar y apenas aguanta el equilibrio de la mano de, , que coño!?

Angelcaido22 de abril de 2011

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