Me duele escribir esto.
Me duele sentirlo.
Me duele inhalarlo.
Ya no hay lágrimas ¿sabes?
Ya no hay música que calme este corazón roto.
A esta cabezita loca.
No hay sonrisas sinceras, ni una chispa de vida en mi mirada.
Dime dónde quedó esa niña inocente y luchadora
e iré a por ella esta misma noche.
Dime dónde quedaron mis esperanzas
mis consejos,
aquellos que aliviaban mis tormentos.
Dónde quedó aquella coraza, que tanto me protegió cuando tan sólo era una cría.
Dónde quedaron aquellas cosas que tanto me gustaba hacer,
y junto a ellas el tiempo se ralentizaba,
y me acariciaba con ternura.
Dime dónde.
Y yo iré a buscarlas.
Has crecido Anna.
Y ya no hay nada.
No busques, me digo, que todo ello se esfumó tras la primera calada.
No me da la gana escucharme,
quiero reencontrarme.
Volver a ser la niña de antes,
que se creía un gigante.
Capaz de todo.
Ya no me da miedo la oscuridad.
Porque sé que los monstruos de verdad no habitan en ella.
Y con aire rígido
me dirijo
tras el espejo veo a aquello en lo que me he convertido,
no puede ser, me digo
no puede ser que yo sea aquél monstruo.
Y me miro,
y las lágrimas inundan mi rostro
y cada vez lo veo más claro
y más oscuro
soy yo repito,
soy yo, y siempre lo he sido.
Ella...? aun está allí, solo que ha madurado, y para bien de ella y de muchos, la luz del sol no deja de ser luz, solo porque una nube la tape o sea de noche, genial...