Eres un Aguacero y Yo,
Conmigo, Me Llevo Las Horas.
Eres un aguacero y yo, conmigo, me llevo las horas y te hago esperar en mitad de la nada. Y como si se tratase del tiempo me envuelves en un cálido abrazo de invierno, para que por un momento pase frío y me corroa la soledad y así te eche de menos. Y allí, en un fondo, te descubro cada día y me pareces nuevo y fascinante,
y frío y lleno de mí
y vacío de ti,
y roto
y reparado.