Ella vino una mañana a verme... Cuando abrio la puerta de mi oficia, me resulto imposible quitarle la mirada de encima. Por aquellos tiempos mi aspecto era deplorable, con un maquillaje corrido desde hace dias, las uñas sucias y los dientes perforados de tanto abrir wisky.. De mi rostro mucho no puedo hablar, porque hace meses no me reflejaba en un espejo.
Sobre el escritorio habia un cenicero repleto, unas quinientas hojas desechadas y la mitad de un sandwich que no comi. Me senti avergonzada al ver entrar semejante mujer. Nose si fue por su belleza, pero hubo algo en ella que revolvio mis entrañas, tenia una mirada muy fria, los labios casi congelados, el pelo largo y enrulado... Era como la misma perfeccion... Llevaba puesto un vestido negro con un escote que despertaria a cualquier muerto. Se acerco al escritorio y me pregunto que tan feliz me sentia. (No voy a negar que la pregunta me perturbo un poco) Me quiso insinuar el tiempo que estaba perdiendo si seguia mi vida agonizando vitalmente en aquella posilga.
Un lugar barato, que se encontraba en las afueras de la ciudad, apenas siquiera me alcanzaba para su alquiler. Era el departamento mas pequeño del consorcio. Enfachado por una puerta de madera marron con varios golpes de humedad, seguido por el color amarillo de sus paredes y solo un escritorio, donde se posaba mi maquina de escribir, mis cigarrillos y uno que otro papel frustrado. Del baÑo mejor ni hablar.
Eran tiempos de sucios pantalones como suelo llamarlo, donde perdi mi lindo empleo, mi lindo aspecto, mis relaciones y quizas hasta perdi el juicio.
- Ya no debes perder mas tiempo en este basurero.
Y se alejo, seÑalando la puerta. Su voz era tan sensual que cualquiera la hubiera seguido y en ese momento, yo no fui la excepcion. Camine a su par, abri la puerta y cerre los ojos.... Todo habia terminado.
