Llévame en tus brazos
hasta el amanecer más cercano,
y allí,
déjame morir de amor una vez más.
Bésame las manos
y llueve sobre ti
las caricias de las nubes verdes
del alma que busca
el amor y se le niega.
Desgarra sobre mí
toda la rabia de los siglos,
toda la pena
que las mariposas negras
han sentido alguna vez.
Miénteme,
mátame otra vez,
como ayer,
como antes,
como cuando me amabas
en cabriolas irregulares,
como cuando decías
te quiero,
en hipérbolas de aire.
Llévame contigo
a ese mundo frió
de sentimientos falsos
y mariposas negras
que huelen su presa
y revolotean sin prisa.