Era de noche.
La luna dibujaba su redondezen el cielo ausente de nubes;
cargado de estrellas.
El silencio, un silencio mortal,
dejaba oir los inaudibles ruidos de la noche.
Las luces de los hombres zizagueaban en la lejania;
por un instante pensé que estaban vivas.
Los árboles permanecen hieráticos reflejando la
pálida luz de la luna en sus hojas.
El olor de las flores y los árboles, de la hierba y la tierra,
del silencio y la oscuridad blanquecina,
me llenaban de una paz aparente e irreal.
La punzante luz de las estrellas me empapaba;
luz de estrellas y gotas de lluvia,
lluvia de estrellas en una noche de luna llena y amor.
Era de noche.
La luna dibujaba su redondez en el cielo ausente de nubes.