Por la orilla estrecha,
de la senda oscura,
camino yo,
despacio,
estrechando la cálida y húmeda mano
de mí idealizado amor.
Quizás sea un sueño;
es posible que la imagen pertenezca a la realidad.
No importa, no acierto a distinguir
sueño y realidad
Por la estrecha senda de la orilla oscura,
voy y vengo guiado por la llama
de su amor eterno.
Voy y vengo,
la amo y con la misma furia
al mismo tiempo la odio apasionadamente.
Por el camino estrecho,
tortuoso,
por el camino viejo de matiz oscuro,
me arrastro,
tropiezo mansamente,
Zigzagueando hasta llegar
a las puertas de la muerte,
de la inevitable muerte.
¡No!...no es ella,
es la tristeza,
la desesperación del amor perdido,
la que me aparta de la vida,
la que separa mi conciencia
de la realidad vivida
y poco a poco va demoliendo mi alma.
¡No!...no es ella,
no es el calor del amor perdido,
la causa de mi tristeza;
es el calor de la ausencia,
es el frío de la soledad,
es el desasosiego de la incertidumbre,
el que va haciendo que ella,
vaya penetrando en mí
como una idea persistente y vital,
como una obsesión necesaria para la vida.
La muerte.
La soledad muchas veces nos acorrala en un camino sin salida, pero eso no es motivo suficiente para dejar de buscar la tan anhelada luz. Lindo texto Artalia. Un abrazo