Federico Chopin escupía sangre sentado frente al piano.
Quizás tocaba los acordes de su marcha fúnebre.
Todo el dolor de Polonia en sus huesos.
La gris Varsovia pisoteada.
Las mujeres prostituidas de la nobleza en los salones de Viena y París.
Tristeza siente Federico.
Quien enfermo huye del matrimonio con una ricachona:
Preferiría desposarme con la muerte
La vida se le va y en cada jirón que deja
La libertad queda más lejos.
... Se durmió en una dulce melodía pintada con sus dedos delante de un clavel y una partitura.
Pro todavía no se ha ido.
Y ya no escupe sangre.
Sino música.