Me desprendo de las ladillas
como un tesoro oculto.
Ella sorbe un poco
de mi sangre envenenada.
Pequeña perla preciosa,
dulce recuerdo del romance furtivo.
Dicen que va a granizar.
Pero enseguida recuerdo
que Clarín miente.
Los grandes ojos negros
de la mujer morena.
El gran bulto inquieto
del muchacho musculoso.
Todos los sentidos conspiran
contra la decencia.
Una catequista
asesinada por ladrones.
Perdida para el cristianismo,
paso adelante para el libre pensamiento.
El crimen no paga, dirán los jueces,
salvo cuando sustentan fortunas,
dirá Balzac.
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Me lo he llevado a mi archivo de Textos de Ateo.
Si no estás de acuerdo dímelo.
No los voy a quitar de todas formas.
Pero si me lo dices, total, es gratis.
No te cobraré ni un céntimo.