La otra noche,
después de mucha cocaína,
abrace a mi almohada
como si fuera mi amiga la muerte.
Fantasmas me perseguían y
solo ella tenía la respuesta.
Un día antes,
una chica de mariposas en la pelvis
me entrego sus besos.
Un día después
mi amiga la muerte,
sus pesadillas.
¡Que paradoja!
Hoy me acaricia el sol
con una sonrisa.
Más que la caricia del sol con un sonrisa, veo la tuya, erótica sonrisa vertical, que goza de la atención y admiración que mereces.
Escribes sobre algo apetecible para todos los hombres. Diría biológicamente apetecible pero le quita un poco el encanto jejeje.
Abrazos, Ateo... terrible!