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Despertar y Desesperar.

Sonaba el despertador, se podría decir que la alarma sonaba igual que la del día anterior, y el anterior a este, o incluso a tantos otros como podría recordar. El irritante ruido estaba acompañado de otros malestares, estos en cambio, no eran molestias físicas, sino más bien mentales. Eran los primeros pensamientos del día, quizá por esto es que resultan ser los mas perturbadores, estamos volviendo a la realidad de nuestras vidas después de haber pasado por ese elixir mágico que nos regala nuestro cuerpo al poder desconectarse, finalmente y durante unas pocas horas, cuando el día llega a su fin o cuando nosotros decidimos de que llegue a su fin.
Esta mañana, ¿es de mañana?, mis pensamientos se detonaron como en una explosión…al principio no podía entender si quiera quien era, luego de a poco fui recordando mis últimas aventuras imaginarias que había librado durante toda la noche, claro está que no puedo contarlas, de alguna forma ahora forman parte de una nebulosa que se pierde en el pasado, pero aun así me deja un sabor familiar, a mi hogar quizá…y mis propios sueños me prometen que pronto los volveré a encontrar, la invitación me tienta, porque hay algo en ellos que se que solo ahí puedo encontrar.
Los primeros pensamientos racionales fueron llegando quizá en orden cronológica. Primero fue mi nombre, Juan, o Juampi, como me decían de joven…¿mi madre?, no , Mariela, la chica que me gustaba en la primaria, o también se podría decir que mi nombre es bocón, apodo otorgado por mis amigos gracias a una infortunada desventura en la cual recuerdo no haber querido participar y yo, siendo un crio muy pequeño decidí delatar a los culpable del lio…pobre don Pepe, nunca volvería a recuperar a su tan amado gato, feo y arisco, pero amado.
Fue un poco después cuando llegaron imágenes de la actualidad, las primeras fueron imágenes de la secundaria, técnica, y con ella llegaron todos los deberes, exámenes, profesores, que estoy por quedar libre si sigo faltando…pero no me preocupan estos temas, no, hay algo más importante que surgió tan rápido como llego el secundario, una sonrisa y una mirada perdida, Mariela, la chica que me gustaba en la primaria, no podría decir que es mi amiga por que perdimos el contacto al elegir diferentes secundarias y durante tres años no tuvimos contacto, pero esa chica que me gustaba en primaria, hoy se podría decir que es la chica que me gusta en la secundaria, claro que en este caso es una secundaria que me queda a veinte cuadras de la mía y que está repleta de gente que no me genera exactamente lo que uno podría llamar “amistad”, pero aun así yo voy a ese maldito lugar todos los santos días, quizá solo sea una locura pero me fascina escuchar su voz, oler su perfume y más aun cuando se mezcla con el dulce aroma de su pelo.
Ayer fue cuando ella se me acerco con los ojos rojos, las mejillas coloradas y me obligo a sentarme a su lado en un banco de la plaza, al principio estaba atontado simplemente por estar con ella, pero sin darme tiempo siquiera a preguntarle que pasaba se puso a llorar. Hay muchas formas de llorar, ella hoy estaba soltando un llanto muy particular, un llanto silencioso, pero con una expresión de agotamiento, una expresión que parecía decir que no le quedaban ganas siquiera para llorar con más fuerza.
No era la primera vez que lloraba, ya se había convertido en una costumbre que mi rol sea el de consolarla a la salida de clases, o a veces incluso durante ellas.
Mariela y yo estuvimos juntos toda la infancia, y fue una infancia maravillosa, o por lo menos así se podría decir, considerando su vida luego de la primaria, luego de que unos meses después de que nos hayamos separado un hombre se quede dormido manejando un remis en el que ella viajaba. Nadie lo puede juzgar, el hombre trabajaba 16 horas, viajaba 2 horas para llegar a su casa y no tenia francos ni feriados, no tenía otra forma de mantener a su familia. La cual de todas formas perdió todo luego del mismo accidente donde Mariela perdió la suave piel de la mitad de su rostro y quizá también otras partes del cuerpo que ella tan determinante y constantemente oculta. Aunque bien su timidez y falta de exposición podrían deberse a lo humillada se siente en el secundario.
Los primeros meses luego del accidente transcurrieron en el hospital y cuando tras muchas operaciones y una larga rehabilitación pudo volver a estudiar. Sus compañeros al principio la trataban con mucho cuidado y mucha compasión. Claro que ese estado de miedo y lastima no la hacía sentir mejor, pero por lo menos entre su familia y las charlas con el psicólogo ella pudo sobrellevar esa situación. Por lo menos durante un año, después los chicos y las chicas volvieron a ser chicos y chicas y mostraron su verdadera cara, primero apartándola de las salidas y los grupos, para luego burlársele en la cara despreciándola por ser desgraciada, seguro esa era la razón por la cual yo los despreciaba tanto, y claro, seguro era en parte mi desprecio hacia ellos y que me juntaba con el objeto de sus burlas era que me odiaban tan fuerte y abiertamente.
Los pocos chicos que tenían algo de sangre en el corazón y podían ser capaces de razonar que no era gracioso tener a una compañera llorando o deprimida, no se burlaban, pero tampoco hacían nada para frenar la situación.
Es así como de a poco uno vuelve en la realidad, transitoriamente se va acordando lo sucedido, como cuando después de ver todo el contexto de la vida de mi chica en su rostro, me acorde que esa tarde después de estar un rato llorando, Mariela simplemente se levanto y se fue.
Se fue, me dejo solo, plantado en la plaza más triste de mi existencia. La decepción que me lleve cuando se fue me partió al medio. No me quiere, no soy un consuelo, no se puede hacer nada por ella…fueron las cosas que pasaron por mi cabeza…en vez de reaccionar y correrla, correrla y decirle que todo va a estar bien, que mañana es un nuevo día, que muchos la queremos, que su familia la necesita, que yo la amaba.
Se puede juzgar a alguien por reaccionar mal? O culparlo por no reaccionar, ese sería mi caso.
Ese era el momento de decirle que la amaba, ese era el momento de decirle que hacía ya un año que dormido no paraba de soñar con ella, despierto no podía para de pensar en ella. Y que daría lo que fuese por ser por lo menos durante un beso o una caricia la persona más importante de su vida.
Las lágrimas brotaron de mis ojos, humedecieron mis pestañas, mi rostro, y finalmente se deslizaron hasta llegar ambas al mismo lado de mi almohada. Ya estaba despierto, era la noche de un sábado, no sabía cuando me había acostado ni porque, pero esto no tenía nada que ver con un estado de somnolencia, esta vez simplemente no tenia recuerdos de cómo había llegado a la cama.
Ya no quedaba nada por lo que levantarse, no había razón para estar despierto, para seguir torturándose con recuerdos que parecían tener una intima relación con una fuerte opresión en mi pecho. Sentía como si tuviera un elefante sentado justo encima mío, aunque claro, eso hubiera sido un panorama mucho más alentador que la realidad.
¿Por qué? Todo lo que podía pensar era eso, no había razón aparente para acabar la historia tan rápido, pero ya no había nada que se pudiese hacer, parecía imposible pero no había vuelta atrás, no desde esa tarde en que se fue corriendo, se fue corriendo alejándose de mi y de la vida, se fue corriendo y tomo una decisión, se fue corriendo y nunca mas volvió.
Mas tarde al volver de la plaza mi familia me esperaba en la puerta, todos, incluso un par de vecinos y mi mejor amigo, yo al principio sentí curiosidad, pero después de verles la cara tuve miedo, había mucha tristeza en cada uno de ellos.
Cuando me contaron perdí la noción del tiempo, todo se sucedió intermitentemente entre realidad y fantasía. Todo fue un remolino entre realidad y recuerdos, Mariela estaba muerta, por su propia decisión, yo la amo, su perfume mezclado con el aroma de su pelo, la primera vez que la vi después del accidente, la primer sonrisa que me mostro y que me cambio la vida.
Luego tenia imágenes de un velatorio, un entierro y mas y mas recuerdos de Mariela que no sabría decir si ocurrieron antes o después de su muerte, antes o después de que me llevasen a mi cama, supongo que me llevaron por que jamás recuerdo como llegue ahí, tampoco entiendo para que habría querido ir ahí a mi cama, cuando cualquier lugar hubiera estado bien para quedarme tirado.
Todavía siento que mis sueños que me incitan a volver, hay alguien ahí que todavía me espera, para que sigamos soñando, para que sigamos viviendo.
Atm4422 de julio de 2011

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