Te imagino ahí, tan tumbada
ni siquiera sé si eres zurda o diestra pero sé, y eso me basta,
que te sobran tres dedos de tu mano para simular mi lengua.
Tus manos resuelven un crucigrama inimaginable,
solo tú y yo sabemos las palabras que faltan,
pero son las sábanas las que pagan con tirones tu imparable insistencia.
Con una inocencia fingida a la perfección, un "córrete" susurrado con ganas al oído y comienza la cuenta atrás.
Todo se vuelve fuego, calor, humedad, vertiente, vacío...
Sientes por todo tu cuerpo una sinestesia de utopías y después mar, mar y más mar abierto.
Entonces caigo en la cuenta de que yo, ladrona de algunos versos,
te he dado varias líneas de ventaja y, realmente,
solo quería correrme contigo.