No entendió jamás la presencia del vacío. Quizá envolvió su alma en hojas de seda. La seda no miente. La seda no engaña.
Demasiado débil.
Y cada noche envolvía las bombillas con papel de seda. Y con sus cabellos trenzados narraba las esperanzas, como a pie de cuna. Escribía bajo las luces tenues, endulzadas por aquel filtro. Seguro es una niña y por eso no puedo tocarla. Los viejos como yo no saben interpretar los garabatos de la inocencia. Pero aun así, cuando todos duermen ella deja de escribir y se gira por completo. Se queda ahí mirando a ese lugar que nadie ve. La bombilla proyecta su sombra inmóvil, sus hombros son delicados.
-shhh
Se queda mirando, y al poco tiempo vuelve a su tarea. El grafito se desintegra formando poemas. Lápiz muerto. Susurros, gemidos heridos.
¿Dónde mira esa dueña? Nadie ha logrado mirar a ese punto, es demasiado lejano y además esta bajo la penumbra del rincón.
Loca, la llamaban, loca. Se ausentaba en medio de sus versos celosos para mirar a ese rincón. Su mirada era más negra cuando miraba allí, virgen, inquieta. Yo siempre la vi.
Aunque desde este punto, desde esta sombría unión de paredes gemelas todo quede bajo llave, puedo sentir las miradas de una niña en vela.
No entendió jamás la presencia del vacío. Quizá envolvió su alma en hojas de seda. La seda no miente. La seda no engaña...si yo fuese quizás esa Norah, se me ocurre pensar que quizas ella es el vacio, ese vació que pocos entienden, pero que propiciael exístir.Cariños.