TusTextos

Mi Guerra Con El Amor.

- Esa tarde hacía más frío de lo normal. Recuerdo que me había puesto mi gabardina más gruesa y seguía temblando. Decidí salir a comprar una cajetilla de tabaco y caminar necesitaba pensar, solo cuando camino encuentro algunas respuestas. Pero ese día no las iba a encontrar en ningún parque ni en ninguna acerca mojada como estaba acostumbrado, ese día las encontraría en un sitio muy distinto.

- ¿Qué paso después?

- Me desprendí del portal, estaba mojada la puerta y mi dedo se impregnó de esas gotitas que se enfrían más con el viento de febrero. Empecé a caminar y a pensar. Pensaba, pensaba pero lo cierto es que no eran pensamientos nuevos, desgraciadamente eran el pan de cada día.

- ¿Qué pensaba usted?

- ¿Tengo que decirle hasta lo que pensaba?

- Debe decirme lo máximo posible, necesitamos saber por qué le mató.

- Seguí caminando, dejé de pensar. Cuando piensas demasiado tiempo te haces consciente de que tu vida tal vez no es todo lo bonita que podría haber sido y necesitas ignorar ese detalle haciendo cualquier cosa, mirando escaparates. Entonces me di la vuelta y entre mis ráfagas de humo me vi.

- ¿Disculpe?

- Me vi.

- Le vio a él querrá decir.

- Dígalo como quiera, el caso es que me acerqué. Estaba bajo un paraguas negro hablando por teléfono con una mujer, más cerca podía oírle la voz a ambos. Y... no pude soportarlo.

- Continúe

- ¿Por qué? le dije entristecido, el me miró algo extrañado y eso me dolió más, me dio la espalda y continuó hablando. "¿Por qué te fuiste?"ni si quiera me miró.Los coches corrían. "¿Por qué desapareciste cuando más te necesitaba?". Seguía hablando. Empezó a llover más fuerte, casi se podían oír los cristales agrietándose. "¿Por que?" no me oía, nunca antes me había oído. Entonces no pude soportarlo, le cogí de los brazos le di la vuelta y se lo volví a preguntar a pocos centímetros de su cara. El paraguas se le había caído y se oía de fondo la voz de aquella chica gritando al teléfono. Estaba abrumado y yo perdí la cabeza, le empujé a la carretera y el resto ya lo sabe usted.

- ¿Quién era él? hace poco me ha dicho que era usted mismo.

- Era yo, y usted dentro de poco también lo será.

- ¿Disculpe?

- Tú también podrías serlo. Solo quiero saber algo. ¿Por qué me dejó? ¿Me lo podrías decir?

- Según tenemos entendido, ustedes no se conocían de nada, eran completos desconocidos.

- Completos desconocidos. No te quito la razón, éramos completos desconocidos.

- ¿Entonces? Él nunca le dejó.

- Tú nunca has estado aquí, él tampoco. Mírame. ¿Puedo estar hablándome toda una vida? Le maté y quiero matarte a ti ahora ¿me dejarías?

- No puede hacer eso, está encarcelado. No le conocía ¿verdad?

- Él no quiere conocerme, por eso tengo que matarle allí donde lo veo, el quiere matarme de pena quiere ver como agonizo su ausencia. Está ahora aquí, junto a usted y no puedo soportarlo, quiero matarte.

- Relájese, aquí no hay nadie.

- En cuanto salga de aquí te arrancaré los ojos.

- No le temo, no intente asustarme.

- Sólo con el temor el desaparece, por favor asustate o vete y sácalo de aquí.

Aquel hombre abandonó el pasillo, dejándole allí tirado con los años y las rejas. Se marchó llevándose el amor.
Bajollave26 de enero de 2011

2 Comentarios

  • Norah

    Se marchó llevándose el amor. Excelente relato.Beso.

    28/01/11 04:01

  • Norah

    Siempre insisto en que te lean.

    28/01/11 06:01

Más de Bajollave

Chat