Brazo izquierdo
de venas y arterias caudalosas
-y poco transitables-.
Brazo izquierdo
de piel verde y fangosa,
verde que respira,
verde que llora,
verde azotado por hierro forjado y metal.
Brazo izquierdo
que lucha por su soberanía:
mientras un dedo no se cruce con su vecino
(como si tratases de desear suerte),
la política funciona.
Brazo izquierdo
de cuerdas que piden lucha,
de gargantas flexibles y vellos líderes,
adheridos al brazo, cual tronco de roble,
perdura, destruye, actúa sin desdén.
Un golpe de la mano derecha
te inmoviliza.
Mas eres fuerte, brazo izquierdo,
y llevas tu puño a lo alto,
donde se confunda con nubes y rayos.
Y tu verde renace, y el rojo de tu sangre se aviva,
reaparece aquella fuerza vital y necesaria
de quienes se sostienen en tu brazo.
Y cada vez el ejercicio del movimiento
se hace conocer sobre la mesa.
Un golpe funesto exige derechos.
Brazo izquierdo exige ser derecho (1+1).
Somos una sola vertiente, una sola raíz,
una sóla fuerza de tejidos y células,
núcleos,
masas,
y su fervor e ímpetu
que supo romper cadenas
hace crujir la roca gris y amenazante,
punzante y agonizante.
A la carga.