Hoy he cambiado collares de perlas
y trajes de niña buena, de esos
que desprenden olor a azucenas,
por vestirme de negro y con
tacones de aguja para ser capaz
hasta de derramar tu sangre
en la arena.
Ya se han terminado
las palabras dichas a medias,
he decidido que hoy soy yo
quien lleva el timón
de esta nave y que esta
noche me tendrás toda,
a manos llenas.
Serás barro entre mis dedos,
y te moldeare, desnudo,
hasta hacerte de nuevo
y a mi manera.
Te cerraré los ojos para
que no puedas ver
lo que te espera.
Entre mis labios te trituraré
hasta que solo seas un despojo
y pueda de tu cuerpo gozar
como si tu vida y la mía
fuesen solo una quimera,
un breve delirio, qizá
tan sólo un antojo.