El deseo se mueve
entre brumas de cristal,
respira agazapado
junto a mi oído
y juraría que hasta
el sentido me quiere quitar.
Es como un insecto
que me recorre el cuerpo
y que en mi cabeza
se deshace, en mil rayos
luminosos que parecen
mi cerebro horadar.
Es el agua que
labra la roca,
esculpiendo poco a poco
mi inquietud y mi penar.
Es el deseo un enemigo
enhiesto y altivo
que me retuerce
las alas, como a una
pobre mariposa secuestrada
y retenida, a su pesar
muy buen poema
un saludo