Como una Penélope trasplantada
a un mundo que empieza
y no sabemos cómo acaba,
sigo tejiendo y tejiendo,
devanando tu vida y la
mÃa, mi amor,
entre hilos de plata.
Mis dedos se mueven, veloces,
mientras mi corazón hacia
ti en la noche vuela
y mi alma a la tuya
corre esperanzada.
Y por ti sigo tejiendo
ese manto teñido
de luna plateada,
de amores prohibidos
y de una tristeza lejana.
Para cubrirte, amor mÃo,
tejo hoy en ti y para ti
lentos urdimbres
de restos de alma, de
trozos de cielo y
alambres de plata
La plata sale a relucir; me pregunto si es por la cualidad de su color o por las virtudes de ese metal para transfigurar el valor de los sentimientos. Exquisito Beth, ¿quién no desearÃa poseer una prenda tejida por esas manos tuyas que saben de caricias del alma y sublimes versos. Saludos!