En esos días azules
cuando por la mañana
ya se hace de noche,
me gusta compartir tu
tiempo, al son de un
vals antiguo que vaya
marcando tus besos,
esos que en mi se
deslizan con el ritmo
del amor, lento y pausado,
plagado de derroches.
La música se funde
contigo en mi cuerpo
y va dejando regueros
de placer que se
entremezclan con las
huellas de tus manos.
Nadie marca nuestras horas;
nadie, tan solo el viento
que sopla en la ventana
y parece traer ecos de
un lejano lamento;
cuando todavía no
éramos uno, cuando
todavía tú no eras mi
alimento ni habías curado
mis males, ahora ya
tan lejanos
Inmenso gran Beth
Un abrazo
Antonio