Recuerdo una tarde
a finales de junio,
con el cielo azul
y el sol quemando
como único testigo.
Una tarde de domingo
en que tú y yo recorrimos
las calles de mi ciudad
y por ellas te conduje
como a un niño
ávido de saber,
de conocer lo que
yo había vivido.
Paseamos al borde
del mar; tú y yo
de la mano unidos;
recorrimos calles y
hasta cuarteles, que
me eran tan queridos.
Y ahora ya lejos
de esa ciudad,
he recordado de repente
todo lo que a ti
y a mi nos
ha unido.
No importa lo lejos
que aquello quede
ni que ese lugar
sea para mi ahora
un sitio casi prohibido.
Nos quedan los buenos
recuerdos y el deseo
de lo todavía
no vivido
No hay nada más padre que hacer de chaperón a una persona por la que sientes "algo", lo sé jaja
Muy lindo poema, como siempre Beth, que orgullo poder leerte, saludos (: