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La Casa de la Colina 14

No sabría decir porque accedí a casarme con Jaime. Me persiguió con la propuesta durante dos meses enteros, llamándome por teléfono, presentándose en mi casa, teniendo conmigo mil pequeños detalles y atenciones que en los momentos de soledad y zozobra por los que estaba pasando me convencieron de que aunque no le amaba, porque seguía queriendo a Lucas, quizá podría amarle algún día. Cuando le dije que le aceptaba, le puse varias condiciones; una de ellas fue que, de momento, no compartiríamos cama. No me encontraba preparada para tener con él ese tipo de relación; la ausencia de Lucas me pesaba demasiado. La otra fue que si la cosa no iba bien nunca me reprocharía haberle engañado con falsas promesas de amor. Jaime era demasiado importante para mi, y le prefería como amigo que como amante; por más que al darle el si tuviese la sensación de que le iba a perder de las dos maneras.
De común acuerdo decidimos que a mis padres les diríamos simplemente que nos casábamos, sin contarles que estaba embarazada. Ya se enterarían luego, como un hecho consumado. Mi madre no entendía porque teníamos prisa por casarnos y evitábamos una boda tumultuosa y con muchos invitados. Pero como siempre, accedió a mis deseos. Seríamos solamente unas cincuenta personas; la familia más cercana y unos cuantos amigos de toda la vida. Para mi no era una ocasión de celebración; más bien se trataba de un trámite que había que llevar a cabo.
Quizá no estaría tan tranquila al dar el si delante del sacerdote si supiese que Jaime había sido el responsable de mi accidente de coche. Se ofreció a llevar mi pequeño Mini al taller para que le cambiasen el aceite, y dos días después, cuando iba camino de casa después de hacer la compra, quise frenar y el coche no me obedeció por más que pisase el pedal. Acabé empotrándome en un árbol, con varias costillas rotas y un golpe en la frente. Pero lo pero fue que perdí a mi hijo. ¿Cómo iba yo a pensar entonces que Jaime había manipulado los frenos? Se mostró muy apenado cuando el médico le dijo que no había podido salvar al bebé, y se comportó conmigo como un verdadero ángel durante mi estancia en el hospital. Después de haber leído esa especie de diario me dí cuenta de lo hábil que fue planeándolo todo y de lo bien que me conocía. Sobradamente sabía que una vez que le había dado mi palabra de casarme con él, no me volvería atrás aunque el niño ya no fuese a nacer. En todo caso, de poco me valía ahora lamentarme por algo que ya no tenía remedio. Tomé de nuevo el diario, y volví a leer los delirios de mi marido, intentando descubrir como librarme de mi destino, y rogando que Lucas viniese en mi ayuda, aunque solamente fuese en recuerdo de lo que habíamos sido el uno para el otro.

" Sabía que para gozar de cualquier mujer no necesitaba pagar por ello ni hacerlo por la fuerza. Por suerte no soy mal parecido. Cuando me enfrento a mi imagen en el espejo veo a un hombre alto, de buen porte, de pelo y ojos muy negros, con la nariz recta de un patricio y la boca bien definida. Y pienso que he hecho bien en dejarme bigote, porque me da más carácter. Quizá por eso la primera noche que salí de casa a escondidas de Marta y me propuse conquistar a una muchacha y llevármela a la cama, no tuve mayor problema.
Entré en aquel bar cuando ya pasaba de la medianoche y todo el mundo que estaba allí había ido a lo mismo que yo; tanto los hombres como las mujeres. Nada más entrar eché un vistazo rápido por toda la estancia y pronto me fijé en una chica de unos veinticinco años que estaba sentada en un taburete alto, en la barra. Estaba sola; y me fijé en ella porque tenía un cierto parecido con Marta. Como ella era de mediana estatura, delgada, con una melenita corta estilo paje de color castaño claro, y rasgos menudos, como de niña pequeña. Me acerqué y entablé conversación con ella. La invité a una copa y estuvimos hablando un rato. Parecía un poco tonta y superficial, pero serviría a mis planes. No me acuerdo de sus nombre, por más que lo intente; será porque apenas me dejó huella. Por suerte vivía sola, y la acompañé a su casa. Hasta yo me quedé sorprendido de lo fácil que fue llevármela a la cama. Pero no lo disfruté. Se trató simplemente de un desahogo, como cuando se tiene mucha hambre y se come cualquier cosa para llenar el estómago. Aquella muchacha era un simple trozo de carne, tonta, vulgar, igual a otras muchas más que poblaban la noche como ganado que sale del corral a pastar por el campo. Yo necesitaba algo más, algo diferente para que mis instintos quedasen saciados. Sin embargo, por esta noche tendría que valer. Eran más de las cinco de la mañana y debería apresurarme en llegar a casa para que Marta no se diese cuenta de mi ausencia. Había sido buena idea disolver en su vaso de leche un somnífero".
Beth30 de octubre de 2010

10 Comentarios

  • Norah

    . Yo necesitaba algo más, algo diferente para que mis instintos quedasen saciados...ay, ay, Mr.hyde aparece y cómo...Beso.

    30/10/10 10:10

  • Beth

    Para mi que a este tipo le van las emociones fuertes

    30/10/10 10:10

  • Norah

    Beth, se me ha ocurrido y disculpa la intrimisión, de que quizas puedes tornar a Marta...una vengadora, bueno es una idea nomas, beso.Yo y mi tablero, cambia intri, por intro haha.

    01/11/10 03:11

  • Beth

    Pues la idea no es mala, y todo puede ser. Lo que pasa que ahora a la pobre Martita se le avecinan grandes emociones y problemas. Tendrá que aclarar su mente y su corazón. Otro beso para ti, Norah

    02/11/10 12:11

  • Elisa2010

    Beth,,,,me gusta tu texto, pues te comprendo porqe lo mismo me paso a mi lla os locotare algun dia , pero qiero qe sepas qe heres maravillosa te felisito un abraso

    03/11/10 11:11

  • Beth

    Muchas gracias, querida Elisa. Un beso

    03/11/10 11:11

  • Serge

    Berh:
    Es una basura ese Jaime, expresarse así de las personas y hacerle lo que le hace a Marta.
    Amiga he quedado un poco disgustado con ese diario del mal.

    Amiga hay unas palabras que debes corregir: pero (peor); a una copa (una copa); sus nombre (su nombre).

    Un gusto enorme seguir leyendo tu historia, eres muy buena relatando.

    Sergio.

    03/11/10 08:11

  • Beth

    Mi defecto, Sergio, es que en la primera tanda escribo demasiado rápido, y ya luego al terminar es cuando corrijo. Gracias. Tienes razón, Jaime no es buena persona. Un saludo cariñoso

    03/11/10 08:11

  • Nemo

    Inicia una transformación en Jaime... o tal vez solo se le cae la máscara a ratos... Leer ese diario, para Marta ha sido una sacudida. Espero sepa cómo actuar...
    Seguimos...

    04/11/10 05:11

  • Beth

    Yo creo que el personaje de Jaime es ambivalente, como muchas personas en la vida real: presenta una cara en su vida diaria y es otro cuando está solo y da rienda a "sus bajos instintos"

    04/11/10 05:11

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