TusTextos

La Orden de Las Perdularias 23

Sonreí al recordarlo, porque había sido una pelea tan memorable, cuando ambas teníamos unos diez años, que nuestras madres estuvieron a punto de dar al traste con su amistad, aunque a nosotras el enfado apenas nos duró medio día. Y ahora mismo, por mucho que lo intento, no consigo recordar por qué motivo nos peleamos.
-Oye-le dije mientras iba colocando platos, vasos y cubiertos-¿Tú recuerdas por qué fue aquella pelea?
Arrugó el entrecejo en un gesto muy suyo, mientras aliñaba la ensalada.
-Creo que por un lazo verde que llevabas aquella mañana y que me prestaste.
-Ya, ya me acuerdo, y tú me lo perdiste-la acusé. Y era de terciopelo, a juego con el vestido que me había regalado la abuela y sabía que mi madre me mataría.
Las dos nos echamos a reír a la vez. Qué sencillo y complicado al mismo tiempo es el mundo de los niños. Los mayores no solemos darle importancia a las cosas que les ocurren, pero cuando somos pequeños cualquier detalle que parece sin importancia, la tiene y mucha.
-Bueno, supongo que si nuestra amistad sobrevivió a esa terrible pelea, es indestructible-confesé. Así que cuéntame de tu Mateo. ¿Es religioso?
Me miró como si estuviese loca.
-¿Religioso? Pues no lo sé, chica, no voy por ahí preguntando esas cosas a cada hombre que conozco. ¿Por qué lo dices?
-Por el nombre. Mateo, uno de los evangelistas. Quizá él no lo sea, pero si su madre-empecé a elucubrar.
-Déjate de memeces. Te contaré todo de Mateo-me aseguró poniendo los ojos en blanco como una idiota, pero primero quiero conocer detalles de esa siesta tan larga.
Me puse colorada como una niña de quince años. Laura era la única que sabía que en mi vida no había estado ningún hombre desde el divorcio. Ella me apremió con un gesto y pienso que para soltarme la lengua, puso más vino en mi vaso.
-No hace falta que me emborraches. Te lo contaré.
Me detuve un momento. No tengo demasiada tendencia al drama y confieso que detesto los circunloquios, pero me daba bastante pudor hablar de algo tan íntimo, aunque fuese con Laura. Pero ante la mirada que me lanzó, decidí empezar de una vez.
-¿Sabes lo que es estar en el cielo?
-No, salvo una vez que me pasé con el tequila y tuve una especie de alucinaciones. Pero más bien era el infierno; había unas bolas peludas de color verde que me perseguían, con unos dientes enormes y salidos.
-¿Dientes salidos?
-Sí, salidos. Así-me mostró poniendo los índices delante de la boca.
-Bueno-proseguí-lo que quiero decir es que nunca en la vida había imaginado que se pudiesen sentir tantas cosas como sentí.
-¿Nunca habías tenido un orgasmo?
-No me refiero a eso, burra, o no solo a eso. Desde luego nunca había sentido lo que sentí únicamente con un masaje en el cuello, pero aparte de que, por decirlo de modo suave, nos avenimos muy bien sexualmente, hay más.
-¿Más? ¿Qué más puede haber?
-Pues…una especie de unión que va más allá de todo lo físico. Recuerdo…
-¿Qué recuerdas?-me preguntó, echándose hacia delante en la silla, como para escuchar mejor, aunque estábamos una al lado de la otra.
-Recuerdo-proseguí con voz firme, para que no me interrumpiese-la última noche. Ya estábamos los dos agotados de sexo; solo queríamos estar acostados, tocándonos, con las manos unidas, hablando en voz baja, contándonos cosas. Y…empezó a recordar cosas de su niñez, de sus abuelos, a los que quiso mucho. Eso fue lo mejor.
Me miró, decepcionada.
-Te vas a pasar un fin de semana de sexo y desenfreno con un tío y lo mejor es que te hable de sus abuelos…anda que no eres rara tú…
-No soy rara; tú eres una bruta sin alma. Lo que quiero decir es que no es solo sexo, aunque haya sido algo sublime, sino que quiero estar con él el resto de mi vida. Ha sido como si le conociera de hace más de cien años.
Me miró, dudosa y como haciendo muecas. Desistí de seguir explicándole. Era difícil que otra persona entendiese lo que había pasado entre Alexander y yo. Así que le pregunté por su Romeo.
-Le conociste en la consulta de Sara Patricia-le recordé.
-Así es. Había quedado en ir a recogerla para irnos de compras y me confundí de hora. Llegué demasiado pronto y allí estaba él, en la sala de espera.
-¿Cómo es?
-Tan guapo que parece pecado.
Me eché a reír. Menuda definición. Iba a decir algo pero me hizo callar; ahora que había empezado, sería difícil detenerla.
-Es alto, moreno, de tez dorada…y unos ojos verdes tan maravillosos que parece que se te cosen al alma.
-Desde luego, como cursi, no tienes parangón.
-Cállate, que no he acabado. Nos quedamos los dos mirándonos como idiotas, y después de hablar durante cinco minutos, salimos a tomar un café al bar de la esquina. Él se saltó la consulta y yo dejé plantada a la psicóloga, como tantas veces ella ha hecho conmigo, por cierto-dijo con cierto rencor.
-Pero bueno, ¿qué le pasa al chico? ¿Tiene una depresión, se acaba de separar? Lo que quiero saber es por qué hace terapia.
-Todo el mundo hace terapia hoy en día, no seas zopenca.
No iba a dejarme convencer tan fácilmente. Nada malo hay en ir a la consulta de un psicólogo; yo misma lo había hecho; pero Laura era una de mis mejores amigas y no me iba a conformar con esa contestación. Ella se dio cuenta, por mi mirada, de que no soltaría fácilmente mi presa.
-Vale, está bien. No hay nada que ocultar. Es ciclotímico. ¿Sabes lo que quiere decir?
-No soy demasiado lista, pero tampoco es que se me caiga la baba. Si, más o menos sé lo que significa. Es un trastorno parecido al bipolar-recité, como de carrerilla, entornando los ojos-pero creo que más leve. ¿Me equivoco?
-No, así es. A Mateo se lo detectaron hace ya unos diez años, y en realidad le trata un psiquiatra; pero ahora le han recomendado que haga también psicoterapia y…
-Ha elegido a nuestra Sara Patricia-resumí.
-Eso es. Bueno, ya me puedes regañar
-¿Yo? Pero, ¿tú por quién me tomas? En primer lugar, no soy tu madre para regañarte. En segundo lugar, nunca juzgo a los demás.
-Mentira podrida-me dijo, sirviendo café para las dos. Bien que me juzgaste cuando lo de la granja.
-No pongas tanto café, que no vamos a dormir en toda la noche. Lo de la granja…si, pero es que eso era de traca. A todo esto, ¿lo saben tus hijos?
-No. ¿Acaso los tuyos saben que te has ido de farra con el alemán?
Bebí el café, que estaba hirviente y amargo; me había olvidado de ponerle la sacarina.
-Pues no, no he considerado necesario decírselo.
-¿Entonces?
-Si yo no digo nada, no te estoy acusando. Además-concluí-tanto tus hijos como los míos son mayorcitos, tienen su propia vida y no nos piden permiso ni nos cuentan a quien se benefician. Así que nosotras tenemos derecho a hacer lo mismo. ¿O no?
Asintió con la cabeza y yo me detuve a mirarla con más detenimiento. Éramos de la misma edad, habíamos recorrido caminos parecidos y ahora, en la mitad de la vida, ambas habíamos vuelto a enamorarnos. Laura había mejorado mucho desde que el impresentable de su marido tuvo la delicadeza de morirse y desde que dejó de acarrear mierda de animales. Ahora tenía la mirada llena de luz, y la sonrisa más fresca, más ancha y más sincera. Al final iba a ser verdad eso de que el amor rejuvenece y nos hace sentir mejor. La reconvine con la mirada cuando encendió un cigarrillo, pero al fin y al cabo estaba en su casa y no tenía yo derecho a prohibirle nada; me limité a abrir un poco la ventana de la cocina para que el aire se encargase de limpiar el ambiente.
-¿Te sigue visitando tu suegra?
Se echó a reír, aspirando el humo con placer.
-Desde que Mateo llegó a mi vida, no. Parece que la ha espantado.
-Lo que ha espantado el Mateo ese de mis pecados son tus remordimientos de conciencia. ¿No has oído que los sueños suelen ser el reflejo de nuestras ansias, nuestros deseos y miedos?
Dejó el cigarro en el cenicero y se dedicó a mover la cucharilla en una taza de café vacía, a pesar de que sabía que odio ese ruido.
-¿Y tú con qué sueñas?
Era este un juego, el de contarnos los sueños, que veníamos practicando desde pequeñas.
-Últimamente siempre sueño con una casa de piedra, alta y estrecha, con vigas enormes de madera y suelo de cristal. ¿Qué crees que querrá decir?
Se encogió de hombros, pensativa.
-No lo sé. Supongo que tiene que ver con deseos de seguridad, por eso la casa, y de transparencia, de que todo en tu vida sea claro y limpio como el cristal.
Decidí que a Laura al menos tenía que contárselo. Era algo que había descubierto durante el fin de semana y aunque intenté no darle importancia, me estaba reconcomiendo por dentro.
-Hay algo que tengo que decirte.
-Sobre el alemán-afirmó, más que preguntar.
-Sí.
-Sabía que algo había. Vamos, empieza.
Beth19 de mayo de 2012

17 Comentarios

  • Creatividad

    Valla! Nos has dejado en misterio total! Muy buen capitulo otra vez. Saludos.

    19/05/12 06:05

  • Buitrago

    ¡¡He vuellllltooooo!! jajajaja fantastico Beth
    contento de que remontes
    un beso

    Antonio

    19/05/12 06:05

  • Beth

    Es que si no lo dejo en un cierto misterio, luego no me leéis. No puedo contarlo todo de golpe. En realidad, Guiomar tiene que pasarse primero y decirme a mi lo que pasa con este bala perdida de alemán

    19/05/12 06:05

  • Beth

    Ya ves, Antonio, de nuevo dando un poco la tabarra. Otro beso para ti

    19/05/12 06:05

  • Davidlg

    Eso de no juzgar resulta más que imposible, pero con esfuerzo logramos no hacerlo tan seguido, me quedo pendiente del siguiente capítulo.

    Saludos y un fuerte abrazo!

    19/05/12 07:05

  • Beth

    Ya lo tengo el siguiente a medio escribir, David. Faltan unos retoques nada más.

    Otro abrazo para ti

    19/05/12 08:05

  • Asun

    Bueno te parecerá bonito terminar justo ahí, a ver. Eres peor que las novelas de la tele. En cuanto "la Guiomar" te lo cuente, tu nos los cuentas vale? que no se yo como van a acabar estas perdularias.
    Un besso y espero el 24.

    19/05/12 08:05

  • Beth

    La Guiomar es very tremenda, pero si Asun, confío en que me lo cuente. A ver qué disgustos le da el alemán. Y luego tenemos al Mateo. Madre mía, si es que yo no gano para disgustos con ellas y sus amoríos. Y la niña con su amante y con edad para ser su madre. Ave María, Dios nos pille confesados. Besos

    19/05/12 09:05

  • Creatividad

    jajajjaja!!

    20/05/12 12:05

  • Elnovelistadeoro

    entrevuelcos dela vida los momentos que no aprecio. interesante. saludos

    20/05/12 01:05

  • Febe

    Como no darte las gracias con estos soles que nos regalas.Un abrazo y un beso .Feliz fin de semana.

    20/05/12 03:05

  • Beth

    Gracias por tu presencia, elnovelistadeoro. Saludos

    20/05/12 11:05

  • Beth

    Gracias a ti Febe. Lo mismo te deseo, un estupendo fin de semana o lo que de él queda. Un beso

    20/05/12 11:05

  • Lumino

    Hoy me leo dos seguidos. A por el siguiente me marcho.

    21/05/12 09:05

  • Beth

    A ver si te vas a empachar

    21/05/12 10:05

  • Danae

    Uyyyyyyyyy, si es que a la buena siempre se pega quien tiene problemas ... Ya lo veo venir ...Tienen esos hombres un olfato canino para saber quien es generosa y nada egoista ... En fin ... Ojalá fuera la vida tan perfecta como tu historia, colosal narradora.
    Un beso, Beth.

    11/06/12 05:06

  • Beth

    La vida...ya sabes que a veces la realidad supera a la ficción, ¿verdad? Gracias por tu presencia, querida Danae. Te mando un beso

    11/06/12 05:06

Más de Beth

Chat