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Mientras Llega MaÑana 35

Pas el da siguiente en una especie de arrebato, contando cada minuto que pasaba, porque me quedaba menos para ver a Daniel. La maana transcurri volando; Elia y yo nos fuimos a la compra, callejeamos un poco y nos tomamos un par de cafs. Carlos desisti de acompaarnos, dijo que dara un paseo y haraganeara un poco en el jardn. Y la tarde la dediqu a la cocina, a preparar una cena para los cuatro. Elia me ayud, o puedo decir que me incordi, porque la cocina no le gusta nada y ms bien lo que hizo fue cotillear sin parar e intentar sonsacarme cosas de Daniel que yo no pensaba contarle ni muerta.
-Venga, no seas as-me dijo por ensima vez. Acaso no soy tu mejor amiga? Cuntame, cundo os enamorasteis? Cmo fue?
-Que me dejes en paz, pesada. Acaso te pregunto yo a ti algo?
-Pregunta, pregunta. Para lo que hay que contar-dijo mordisqueando una de las galletas que acababa de sacar del horno, y tirndola luego sobre la mesa. Quemaba, claro. Pero esa era Elia, siempre la eterna impaciente.
-No te preguntar, porque no soy tan cotilla como t. Y ahora, cambiando de tema, crees que me llamar rsula?
Ella se encogi de hombros, y puso los ojos en blanco.
-Tu hija sigue siendo un misterio insondable para m. Ya sabes como es su carcter; unas veces resulta un ngel, y al minuto siguiente es un demonio. Creo que ms bien se presentar aqu sin decir nada, aunque, quin sabe? Y tambin depende de lo que mi hermano le cuente. De lo que si estoy segura es que no le dir nada de su novia.
-Eso me da igual. Es su vida. l ver cuando se lo cuenta o incluso si lo hace.
De lo que si estoy segura es de que yo no esconder a Daniel.
-Y me parece bien. Esa nia tiene que crecer. La habis mimado demasiado, aunque ya s que en este tema el principal culpable ha sido Arturo.
-Puede que tengas razn-le contest, quitndome el delantal. Era hora de que me arreglase. Quera llegar al aeropuerto con tiempo.
-Te encargars de hacer la ensalada y poner la mesa?-le ped a Elia.
-Si, mujer, no te preocupes. Ah, me olvidaba-dijo dndose una palmada en la frente. Antes llamaron a tu mvil, y como no te encontraba, contest yo. Era un hombre, un tal Diego. Es tu hermano?
-Si. Es mi hermano. Qu te dijo?
-Que le llames. Solo eso. Oye, tiene una voz preciosa. Cuntos aos tiene?
-Cincuenta-le contest.
-Ah, como yo-dijo atusndose el flequillo negro ante el espejo de la entrada. Y est casado?
-Soltero y sin compromiso, que yo sepa. Pretendes que volvamos a ser cuadas?
-No seas majadera-me contest, con una sonrisa algo falsa. Ya sabes que soy curiosa.
-Si, lo se, desde luego.
Me arregl y antes de salir, ya desde el garaje, llam a Diego. Slo quera saber si haba cambiado de opinin, y prefera que l recogiese a Daniel. Le dije que ya estaba de camino, y le record que maana habamos quedado para comer. Llegu al aeropuerto con bastante antelacin, as que me dio tiempo a tomarme un caf con tranquilidad. Era el ltimo vuelo y la sala de llegadas estaba llena de gente esperando a los viajeros. Comprob en el panel de informacin que el vuelo ya haba aterrizado, y me acerqu a la puerta. Empezaron a salir los primeros pasajeros, aquellos que no llevaban equipaje y por lo tanto no haban tenido que esperar junto a la cinta. En su mayora eran hombres y mujeres de negocios, con sus maletines en la mano y cara de cansancio. A los cinco minutos empez a salir ms gente, los que arrastraban sus maletas, ms o menos numerosas. Daniel fue uno de los ltimos en aparecer. Destacaba entre los dems por su estatura y el color de su pelo. Comprob que la barba, aunque no era como aquella que me haba sorprendido cuando le conoc, estaba ya en proceso de serlo. Cuando traspas la puerta se qued un momento parado, mirndome, y ambos nos acercamos unos pasos. No dijimos nada, simplemente nos fundimos en un abrazo y luego caminamos de la mano hasta el coche. Le d las llaves.
-Conduce t. Todava me cansa algo hacerlo.
Puso las llaves en el contacto, pero no arranc. Y sin decir nada, pero los dos a la vez, nos abrazamos de nuevo en la soledad del aparcamiento, casi vaco a esas horas. Tocar de nuevo su pelo, sentir su olor, el calor de sus brazos, me daban una profunda paz. Esos pocos das de separacin slo haban servido para darme cuenta de lo importante que era para m.

Daniel empez a rebuscar en su equipaje de mano y me entreg un pequeo envoltorio.
-Para ti. No lo abres?-me pregunt, cuando vio que lo miraba, alelada.
Le hice caso, y romp torpemente la envoltura. Apareci ante mis ojos un precioso collar de mbar, y unos pendientes haciendo juego.
-Te gusta?-volvi a preguntarme, ilusionado como un nio ante un juguete. Lo v de casualidad en un escaparate y al instante pens que tena que ser tuyo. Va perfectamente con tus ojos.
-Claro que me gusta. Es precioso. Gracias, pero el mejor regalo es que ests de vuelta. Te he extraado mucho.
Nos pusimos en camino y fui contndole las novedades que haba habido en su ausencia. Le avis tambin de que era una costumbre ma, y en cierto modo una manera de bromear, el llamar suegro a Carlos. Quise decrselo porque estaba segura de que se me escapara, por ms que intentase evitarlo; era una costumbre muy arraigada. Y no quera que se sintiese mal.
-Querida, no tienes que preocuparte tanto. Entiendo perfectamente que forman parte de tu vida, y eso no tiene que acabar porque yo haya llegado.
-Y hay algo que debes saber. rsula est en Madrid con su padre, con lo cual es posible que se acerque a verme.
-Bien, me gustara conocerla.
-Me imagino que a ella no. Pero en cualquier caso, si viene, os presentar, y que sea lo que Dios quiera. Mi hija es una buena nia, pero admito que est algo consentida, y en muchas cosas es demasiado inmadura. Si no me equivoco, intentar causar problemas.
Me apret la mano cariosamente.
-Bueno, pues los sortearemos, juntos.
Estbamos llegando, vi el sendero que llevaba hacia la casa, y las luces del comedor encendidas. No pude evitar tomar aire, y Daniel sonri. Aparentemente, l no estaba nervioso. Yo, en cambio, temblaba como un flan. Guard el coche en el garaje, pero entramos por la puerta delantera; me pareca de mejor augurio. Carlos y Elia estaban en la sala, sentados cerca de la chimenea. Los dos se levantaron cuando entramos y vinieron a nuestro encuentro. Intent sonrer; quera dar la impresin de normalidad, pero de los cuatro estaba claro que era la ms inquieta por la situacin.
-Bueno, ya estamos aqu. Y quiero que os conozcis. l es Daniel Mendoza. Mi Daniel-dije estpidamente. Y ellos son Carlos y Elia, el abuelo y la ta de mi hija, y una parte de mi familia.
Se dieron la mano, sonriendo. Y mi cuada, como siempre, puso la guinda en el pastel.
-Qu presentacin ms rara. Mi Daniel. No te conoca tan posesiva.
Hizo que me sonrojase y mentalmente tom nota para apretarle las tuercas cuando estuvisemos solas.
-No saba muy bien qu decir. Novio es una palabra que no me gusta usar, a ciertas edades, porque me hace pensar en adolescentes. Si digo mi hombre, puede sonar a tango arrabalero. Pero tienes razn, lo he dicho mal. Quiz debera decir que es el hombre ms importante de mi vida-termin, encogindome de hombros.
-No te preocupes, te hemos entendido-se apresur a decir Carlos. Y no le hagas caso a mi hija, que ya sabes que le encanta incordiar.
Pasamos al comedor. Elia haba puesto la mesa con esmero, y todo estaba muy bonito. Nunca podr agradecerle bastante a Carlos los esfuerzos que hizo porque todo fuese natural. Encamin la conversacin durante la cena, y cuando servimos el postre, Daniel y l hablaban como si se conociesen de toda la vida. Tenan algunos intereses comunes, como los gustos en materia de libros o de deportes. No me haba dado cuenta de lo tensa que estaba hasta que les vi hablar de manera distendida y yo misma pude relajarme. Cuando lleg la hora del caf, le ped a Elia que me ayudase, no porque de verdad me hiciese falta, sino porque quera abroncarla, aunque solo fuese para desahogarme.
-A ti te matar un da de estos, o te cortar la lengua-la amenac, apuntndola con una cucharilla de caf.
-Por qu?-me pregunt en tono melindroso.
-Por hacer preguntas idiotas con el fin de dejarme quedar mal.
-Ay, hija, qu seria eres siempre, por Dios. Intentaba distender el ambiente.
Di un bufido para no contestarle lo que estaba pensando.
-De cualquier modo-me dijo, con aire ofendido-aunque seas tan insensible, te dir que tu chico que me gusta. Tiene un aire interesante, y unos ojos preciosos. Habla poco, eso si. Pero es amable, y se nota que le has encandilado.
-Te falta decir aunque no se por qu-le dije, algo enfadada todava por sus bromitas.
-No, mujer, eso nunca lo he pensado. Tienes el suficiente atractivo para que cualquier hombre se enamore de ti. Venga, vamos a llevar el caf o sospechar que estamos hablando de l.
-No es idiota. Sabe que estamos hablando de l.
Al final, todo haba salido bien; mejor de lo que yo esperaba. Pero cuando nos acostamos, yo estaba tan cansada como si hubiera corrido una maratn. Tena mucho inters en que las cosas salieran bien, y haba puesto mucho empeo en esta primera reunin. Daniel me abraz, colocndose detrs de mi cuando me estaba poniendo la crema.
-Ests mejor?-me dijo, besndome en la oreja.
-Si. Ms tranquila. Tanto se notaba?
-Un poco. Pero es normal.
-Qu te han parecido?
-Me han gustado, los dos. Carlos es una persona muy inteligente y Elia essimptica.
-Reconozco que esalgo peculiar, pero cuando te acostumbras, resulta divertida.
-Bueno, djales fuera de nuestro dormitorio hasta maana. Quiz nos convenga seguir con lo que dejamos pendiente la maana que me fui, cuando tu hermano toc a la puerta tan temprano.
Beth17 de mayo de 2011

4 Comentarios

  • Vocesdelibertad

    Beth:

    Tanto que aprender desde ti, que te dejas con tanta pasión en lo que escribes, aquí huele a cordura, sensatez, amor, sigilo... preciosas páginas.

    Sigo contigo,

    01/01/05 07:01

  • Beth

    Ay, no, de mi no hay apenas nada que aprender. Soy la persona mas insegura del mundo, y la sensatez a veces brilla por su ausencia. Muchas gracias por leerme. Un abrazo enorme

    18/05/11 10:05

  • Endlesslove

    MI DANIEL, era todo, lo resumía perfecto, ¡como mas lo podría presentar?
    ¡Me encantó! pasó el primer momento, ya espero la cena para ver que pasa entre Diego y Elia jejej, quiero emparejar a todos.

    12/09/11 05:09

  • Beth

    Igual se caen fatal esos dos, ya veremos.

    12/09/11 05:09

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