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Mojito´s Club 2 (reeditado) 17 de diciembre de 2015
por beth
Perdonen que haya cometido una tremenda falta de educación al no haberme presentado. Me llamo Penélope, y el nombre me viene a la medida, porque siempre estoy esperando algo o a alguien. Y también me gusta tejer. Hecha esta salvedad les diré que mi preocupación por encontrar algo que nos salvase de trabajar como mulas para malvivir me llevó a hacer ciertas averiguaciones e incluso consultar a un par de amigas mías que se dedican a la profesión más antigua del mundo. Es decir…son putas. Ustedes perdonen, pero es que me gusta llamar a las cosas por su nombre. Además…a mí las putas me merecen un enorme respeto. Venden lo que tienen y no engañan a nadie. Otra cosa son las mujeres que entran en la categoría de zorras; esas me asquean. Pero en ese tema ya entraremos en otro momento.
El caso es que después de dos semanas de averiguaciones y meditaciones varias quedé con las chicas en el pub donde siempre solíamos vernos. Los camareros ya nos conocían sobradamente y no se rasgaban las vestiduras por las risas, ni por los llantos, que a veces también había; ni siquiera cuando nos enzarzábamos en alguna pelea. Fueron llegando poco a poco y al verlas a todas allí me pregunté cómo mujeres tan variopintas podíamos ser amigas. Debe ser verdad eso de que beber juntas une mucho.
-Espero que tengas un buen motivo para habernos hecho venir con este tiempecito-me reprochó Alicia. Era la única de mi edad. Todas las demás eran más jóvenes. Se quitó su abrigo rojo y sacudió su melena negra, reluciente de gotas de lluvia. Me miró con algo parecido a la inquina, pero yo ni me inmuté. Cuando quiero puedo ser muy evasiva y hasta distante.
Todas empezaron a hablar como cacatúas perdidas en medio de la selva. Todas menos Paula, que se asemeja a una cariátide; tan alta, esbelta, majestuosa, y sobre todo callada. Las calmé con un gesto y les pedí atención.
-He pensado mucho en nuestra situación. Tele Mamá no está dando los beneficios que esperábamos y aquí está visto que todas necesitamos cash; así que tengo dos negocios en mente.
-Ave María Purísima-dijo Alba, colocando tras las orejas su media melena negra y lustrosa. Que Dios nos coja confesadas.
La miré con desaprobación pero ella hizo caso omiso.
-El caso es que vamos a dividir nuestras fuerzas para lograr el objetivo que perseguimos, que es sacar algo de pasta. ¿Qué es lo que mueve el mundo?
-El amor-contestó sin pensarlo Marta. Era quizá la más dulce de todas; aunque tras su fachada angelical yo sabía que se escondía cierto grado de pragmatismo.
-No, querida, siento decepcionarte. Yo hace veinte años pensaba lo mismo. Pero ahora sé que aparte del dinero lo que mueve el mundo es el sexo.
Silencio sepulcral.

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