Necesito poco.
Tan poco que me asusta
el miedo a necesitar.
No quiero un buenos días,
ni buenas noches siquiera;
nada espero, ni recordar.
Quiero una vida nueva.
Una rosa sin espinas,
unas cuerdas que no aten,
alguien que no me entregue
su vida entera;
voces mudas que me arrullen
cuando la soledad me desangre;
una patria sin bandera.
Quiero heridas que no duelan,
cicatrices en el alma
que por fuera no se vean.
Quiero café sin azúcar,
un país sin fronteras,
pistolas que no disparen
y hasta flores que no huelan.
Quiero desayunos sin diamantes,
un amor que no lo sea,
un reloj sin agujas
y mazmorras oscuras donde
se entierren las penas.