TusTextos

Neruda y El Tiempo

Amor, cuántos caminos hasta llegar a un beso,
qué soledad errante hasta tu compañía!
Siguen los trenes solos rodando con la lluvia.
En Taltal no amanece aún la primavera.

Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,
juntos desde la ropa a las raíces,
juntos de otoño, de agua, de caderas,
hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.

Pensar que costó tantas piedras que lleva el río,
la desembocadura del agua de Boroa,
pensar que separados por trenes y naciones

tú y yo teníamos que simplemente amarnos,
con todos confundidos, con hombres y mujeres,
con la tierra que implanta y educa los claveles.



Le gustaba Neruda. Y este soneto en concreto definía muy bien lo que les estaba sucediendo. Era como si hubiese sido escrito para ellos. Por eso solía recitar los dos primeros versos cuando estaban en la cama, ya casi a punto de dormirse. Solo los dos primeros porque eran los únicos que recordaba.
Se dormían siempre de la misma manera. El la abrazaba desde atrás, con una mano en su cadera, en su vientre, tal vez en su pecho… ¿qué más daba? Lo importante es que ella sentía su respiración pausada y poco a poco se iba quedando dormida. A veces cuando ya estaban a punto de dormirse, se giraban el uno hacia el otro con el hambre que dan los años en que la vida quiso, de manera cruel, separarles, y empezaban a besarse despacio, como si el tiempo no transcurriese.
Y también era normal que en la madrugada, al darse la vuelta en la cama, de manera inconsciente, se agarrasen de la mano.
¿Qué importaban las canas, las arrugas, los años? En su interior seguían siendo aquellos niños de tantos años atrás. Ella solía preguntarse por qué motivo la vida les había separado y la respuesta siempre era la misma: para apreciar ahora mucho más el reencuentro y también, sobre todo, para que cinco personas muy importantes estuviesen ahora en el mundo. Quizá por eso, y sólo por eso, podía soportarlo e incluso pensar que la espera merecía la pena.
Y entonces pensaba que en el fondo seguían siendo los mismos de entonces, sólo que más sabios.
Beth27 de octubre de 2014

4 Comentarios

  • Sonoridario

    Querida Beth...sigues aquí, como la propia libertad se sostiene a sí misma. ¡ Cuánto has escrito ! Siempre dispuesta a ser la palabra abierta, el toque adecuado, la presencia que no evita criticar, cuando es justo. Quizá, no dependa de nosotros ser constantes. No lo soy, ni ahora, con un nuevo nombre, acompañado de la mirada feroz de Picasso. Un gran saludo.

    28/10/14 08:10

  • Beth

    Si..siempre sigo aquí. Pero...nuevo nombre? Parece que nos conocemos bien, a juzgar por tus palabras. Ya iré descubriendo. Me has dejado...intrigada. De momento...un saludo o quizá un abrazo, no lo sé todavía

    29/10/14 12:10

  • Polaris

    Neruda, el cenit, el dios Zeus de la poesia.

    Cuídate mucho, te quiero.


    Pol.

    30/10/14 04:10

  • Beth

    Lo sé Pol. Y el sentimiento es mutuo. Un beso

    31/10/14 12:10

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