Quizá sea cierto que
como un pájaro herido
y huérfano de afectos
y amores, como una
alondra solitaria
que no encuentra
su sitio; así amor mío,
he llegado a tu vida
una mañana de invierno,
aterida de frío.
Si en ese momento
me has dado cobijo,
si has hecho que me
acostumbre a tu voz,
a tu olor y a esas
palabras dulces, a veces
tan sin sentido,
entiende que ahora
no pueda yo tan
fácilmente abandonar
la seguridad de este nido.
Antonio, no sé que haría si un día escribiese un poema y no te tuviese ahí para decirme algo agradable.Probablemente me preguntaría si el mundo sigue siendo el mismo. Gracias. Un beso
Qué acogedor es ese nido, Beth. A mí también me costaría abandonarlo. Ha sido una delicia, un placer, un aleteo de alondras y mil cielos de palabras.
Un beso.