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Novela 11

Por un momento pensó en hablarle a Michael de las cartas pero enseguida se arrepintió. Aunque apenas le conocía estaba segura de que si sabía algo de su tía nunca se lo diría. Había tantos misterios en la vida de Irene Cuesta que a veces le parecía que se trataba de dos personas distintas; la Irene que ella conoció y la que empezaba a atisbar como entre brumas. Como si le hubiese leído el pensamiento Inma se refirió a las joyas de su tía.
-¿Has pensado lo que harás con las joyas que están en el banco?
-Dejarlas allí, supongo-le contestó mientras servía te para las dos.
-Pues es una pena.
Se encogió de hombros.
-No puedo hacer otra cosa. No necesito dinero, con lo cual venderlas queda descartado.
-Podrías ponerte alguna.
-Sí, para atender la recepción cuando el hotel esté abierto, o mejor, para ir al mercado. Inma, baja a la Tierra. Si no llevo siquiera ni un mal anillo, ¿cómo podría ponerme esos pedruscos que parecen salidos de las revistas del corazón que leía mi madre?
-Tienes razón. Pero digo yo, ¿por qué las tendría tu tía?
-Eso estoy yo preguntándome desde que me enteré de la existencia de las dichosas joyas. Hay tantas cosas en la vida de mi tía que no entiendo…
-¿Y tu madre nunca te contó nada?
Ella negó con la cabeza. Y eso era algo que le dolía, aunque intentase no pensar mucho en ello. Siempre había creído que su madre y ella tenían una relación especial y que no había secretos entre ellas. Una prueba más de que no conocía a las personas de su familia tanto como ella pensaba. Y en el fondo, si había de ser sincera, se daba cuenta de que nadie es ajeno a los secretos. Todos, de una manera o de otra, guardamos cosas para nosotros mismos.
-¿Qué te vas a poner esta noche?
La pregunta de su amiga la sacó de sus pensamientos. Volvió a encogerse de hombros, quitándole importancia a la pregunta.
-Cualquier cosa. No es una cita ni nada parecido, así que no pienso pasarme una hora decidiendo qué ponerme.
-Con esa actitud no llegarás muy lejos.
-Con llegar al pueblo de al lado, cenar y volver…me conformo.
Y con un gesto dio la conversación por terminada. Además, providencialmente sonó el teléfono, lo cual evitó que Inma insistiese.
Cuando colgó estaba desconcertada y su amiga le hizo un gesto interrogante al ver su mirada.
-Era una señora llamada Vera Ravenscroft, que al parecer era muy amiga de mi tía. Ha visto la página que hemos hecho del hotel y ha reservado una habitación para la próxima semana.
-¿Y qué tiene eso de extraño?
Amanda extendió las manos, con las palmas abiertas, como para dar a entender su sorpresa, su desconcierto y sobre todo su miedo.
-Todo esto me resulta aterrador.
-¿Aterrador?
-Sí, aterrador-repitió. Crecí con la idea de que tía Irene era algo así como la oveja negra de la familia, la solterona aburrida y amargada que no conocía a nadie, que no tenía amistades y que vivía recluida en este pueblo perdido. Y ahora resulta que era rica, tenía un montón de joyas, al parecer un amante secreto y que todo el mundo la echa de menos y habla de ella como de la Virgen Santísima. Michael me ha dicho que sintió su muerte casi tanto como cuando perdió a sus padres. Y me he dado cuenta de que cada vez que habla de ella se emociona.
-Puede que fuese una persona encantadora.
-Pues lo disimulaba muy bien. Recuerdo como una pesadilla los pocos días que pasé a solas con ella. Creo que yo no le gustaba en absoluto.
Inma se levantó del sofá para estirar un poco las piernas. El embarazo, que ahora empezaba a hacerse evidente, la hacía sentirse algo pesada, como si fuese un globo inflado de aire. Además, siempre se encontraba cansada y con sueño.
-Pues si no le gustabas no sé por qué te dejó todo lo que tenía. ¿Acaso no tenía más sobrinos?
-Sí, cinco más. Por eso no daba crédito cuando el notario me llamó por lo de la herencia. Y supongo que me estoy portando como una desagradecida cuando me ha salvado literalmente la vida con esta casa, el dinero y la conservera.
-Y además te ha proporcionado un socio al que miras con ojos de carnero degollado.
-No inventes, que te encanta inventar-la amenazó con el dedo.
Beth28 de junio de 2014

2 Comentarios

  • Mateo

    Hola BETH...cuando te dije que esperaba impaciente el proximo capítulo no mentia ...era verdad....recuerdo cuando al principio de entrar en esta página comentaba como un poseído todo lo que leía....cada vez leo menos....y comento menos...pero tengo ese recuerdo de que tu lectura me hacía sentir acompañado....porque entré en esta página para aliviar la soledad y olvidar la realidad...y la lectura a mi me da ese alivio...aunque sea por un momento...pero merece la pena sentirlo....esta novela tuya me traslada a esa historia que cuentas en ella....a Amanda....ahora la tia Irene....a los misterios que encerramos las personas con nuestras vidas..donde todo a veces no es como los demás han visto....sino todo lo contrario....y los entresijos de las conversaciones de tus personajes cuando descubren que no todo es como ellas creían saber....o les habían hecho saber...si una cosa estoy aprendiendo en esta vida es a ser yo....sin miedo ni marcha atras...quizas la tia Irene tuvo que proteger su vida para asi poder ser feliz.....proteger tu vida para ser feliz....fiijate....siempre protegemos..y el silencio a veces es nuestro mejor aliado.....gracias BETH....no miento si te digo "espero el proximo capitulo".....sólo me mentiría a mi....y la verdad es que lo espero para leerlo y disfrutar con el....Perdon si me he extendido necesitaba expresar todo esto....un fuerte abrazo BETH....desde aquí mi calurosa Murcia....

    29/06/14 10:06

  • Beth

    Muchas gracias querido Mateo. El siguiente capítulo ya está escrito; desde esta mañana a las cinco. No podía dormir y decidí que Michael, Amanda, Paul y la tía Irene serían un buen sonmnífero. Así que me adentré en su vida y...ahora lo pondré. Muchas pero que muchas gracias por tu lectura. Abrazos

    29/06/14 11:06

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