Ya sabes amor mío, que mis planes nunca están hechos de grandes aventuras, de noches peligrosas ni de amores escondidos. Yo estoy hecha de tierra, de viento, de frío, de barro mortal y de amor encendido. Y quizá porque soy tan humana, mujer terrenal, un ser sin dobleces que cada día te entrega el alma y en ti se derrama, para esta noche de viernes, no he de proponerte vadear ríos ni escalar montañas.
Tan sólo quiero que de mis manos salga un plato de comida caliente que reconforte esta noche tu alma, mis ojos que te miren desde el otro lado de la mesa y te hagan sentir que tu mar y mi océano al menos por hoy están en calma. Y tal vez, después de haberte alimentado a mi gusto te pida que me dejes ser una vez tu solaz, tu refugio, ese hogar que has buscado y que ahora yo te ofrezco para que reposes en mi regazo tu cansancio y te laves las penas en mi mirada mientras te sirvo de medicina y me bebo poco a poco, a pequeños sorbos, tu mirada