No quiero joyas, ni oro,
no me traigas flores
ni me mandes poemas
que me hablen
de trasnochados amores.
A mi me basta que
me digas, como hoy
lo has hecho, que
soy el amor de tu vida.
A mi me basta con que
me mires con miradas
que desprenden fuego,
que tu boca se rompa
en la mía y que tu deseo
muera bebiéndose mi pecho.
Regálame tus suspiros
cada mañana; permite
que hagan su casa
en mi almohada;
y eso será suficiente
para que sea yo tu esclava.
Me encanta Beth, tu siempre tan intensa en esa carnal textualidad.