Tu encaje es un engranaje perfecto como el mecanismo de una cajita de música.
Sus bordados negros son pequeñas mariposas que hacen que mis dedos se pierdan en su tacto ligero, y los obligan a olvidarse de que tienen relación alguna con mi cerebro.
Es tan suave que puede retener ahí una gota de rocío hasta la mañana siguiente, sin perder su forma esférica ni romperse en ningún momento. Se amolda tan bien a tus curvas, parece tan parte insoldable de tu cuerpo, que resulta imposible no perderse en él, una vez, y otra, y otra.
Yo, sólo quiero acariciarlo durante todas las noches que mi vista, cegada por la oscuridad, se sirva del tacto para decirme que aún queda belleza en el mundo, y que está en tu pecho y entre tus piernas.

Me temo que estoy encajada, entre tu encaje.

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