Mirar desde el quicio de la puerta y verte, fruta de la pasión,tumbado sobre mi cama. Oír tu respiración acompasada, recorrer de un vistazo la silueta del cuerpo del que memoricé cada palmo de piel.
Acercarme a tí y probar el sabor de tus labios una vez más,antes de irme con una sonrisa dibujada en la cara a hacer un café.
Volver al poco rato, despertarte soplándote al oído y hacer el amor hasta que la cafetera empieza a silbar.Levantarme para ir a apagarla pero que tú me empujes otra vez a la cama a seguir manteniendo viva la llama de esa pasión.
Y luego, en la cocina, probar el mejor café quemado de mi vida.