Desquiciado, bajo las escaleras hasta la bodega y me siento en la mesa al lado de la ventana. Enciendo un Marlboro y el sol me ciega. Concentro entonces mi atención en el humo, sus líneas trazan dibujos efímeros en el aire, juntándose con las motas de polvo
arte que tú me enseñaste a ver.
Observo un hueco entre las botellas apiladas, te has llevado tres Oportos que reservaba, sabiendo que era tu vino favorito, para algún día especial. ¿Qué tópico, verdad? Especial
Día especial es hoy, que te has ido, porque se me antoja simple lo que contigo a mi lado era incapaz de ver.
Una nube cubre el sol, gotas cristalinas repiquetean sobre la superficie del Sena. Apago el cigarrillo en el quicio de la ventana, aqui abajo hace frio. Lleno una copa de vino de Anjou, mi padre se volverá loco cuando lo sepa pero ya no importa.
Enciendo otro cigarrillo, alzo la copa hacia la ventana y sonrío.
Espero que seas feliz, Milady, allá donde estés.