Recuerdo hace no mucho tiempo, en una conversación con mi madre en la que comparábamos la época franquista con la sociedad actual y uno de mis argumentos fue: - Mamá ahora tenemos más libertad de expresión-. A lo que ella me respondió: - ¿Ah sí? ¿Qué tipo de libertad de expresión? -. En aquél momento me sentía ofuscada porque no supe hacerle entender que nuestra sociedad democrática es mucho mejor y que un logro importante es tener la libertad para expresar nuestras opiniones sin ningún tipo de miedo, coacción o censura.
Nada más lejos de la realidad. Ahora me acuerdo de aquella conversación y me doy cuenta de lo equivocada que estaba. Cada día compruebo como ciertos sectores de nuestra sociedad están tan concentrados en cazar a alguien que se salga de lo políticamente correcto o que manifieste opiniones sobre ciertos temas muy delicados como el machismo, la violencia de género o la homosexualidad, que ya es prácticamente imposible expresar cualquier opinión sin que seas criticado y sentenciado.
Tras leer la noticia de que habían cancelado el espectáculo de Jorge Cremades, como consecuencia de las declaraciones realizadas en una entrevista y que han tildado al humorista de machista, sabiendo que realmente las frases elegidas están sacadas de contexto o bien forman parte de su humor, no he podido evitar sentirme indignada y a la vez pesimista sobre nuestro futuro y sobre el futuro del derecho a expresarse libremente.
Y entonces me pregunto, ¿por qué no nos concentramos en solucionar los grandes problemas en lugar de estar al acecho para cazar y juzgar a cada persona porque su opinión puede ofender a alguien? Si tenemos libertad de expresión, deberíamos tener el derecho de manifestar nuestra opinión, con independencia de que guste o no. Y las opiniones no pueden acompañarse de adjetivos como correctas o incorrectas, puesto que no constituyen ciencia.
Teniendo en cuenta la presión social a la que últimamente estamos sometidos, no exagero en vaticinar que el derecho a la libertad de expresión pronto dejará de ser un derecho y será un tema tabú, ya que el sentido de libertad se ha desvinculado de la palabra expresión casi por completo.
