Echad raíces
amamantad la raza
para que por las tardes bajes a vuestro río interno
a abrevar en la entraña clara de tus milagros.
Recréate en los ojos infantiles
siempre nuevos
y extraños de nostalgia.
Mírate allí en sus gestos
los tuyos tantas veces repetidos
llenando las alforjas de los sueños
con ideas sencillas y de las otras;
las que hacen posible
empezar los caminos
comer en las fondas y pernoctar con el sexo
en las posadas.
Todo está ahí
enfrente de tus ojos
siempre fresco y siempre viejo.
El mañana es ya tu hoy en la distancia
que se mira asombrado en tu palabra.
Es la pátina del tiempo, presentida,
en la reja que hoy reluce
y brilla.
Lo que ha de ser
espera
sentado en la baranda del silencio
a la espera de estrenar un nuevo día.