Bebiendo el eco triste de gastadas canciones,
De horas gastadas, de erosionadas palabras.
Del susurro de insomnios, de madrugadas dolientes.
Entre el rumor de lejanas risas, de perros que ladran,
En duelo de espadas con recuerdos ingratos,
Y treguas corruptas con el tiempo corroído.
De la ciudad que duerme, escucho el ronquido,
Escucho el lamento de sueños huérfanos.
Mutiladas mariposas, pirpintos fugaces,
De alas color recuerdo
Se estrellan fotogramas cargados de ausencia,
Como gorriones ciegos en la terraza de mi alma.
Y el ahogado alarido de cosas no dichas,
De amores callados, de hechos escritos
En lenguas inventadas
Se pudre palpitando en escondidos rincones.
Y en la inmaculada ignorancia,
De su sagrado refugio, pulsa un corazón.
Sincronizados latidos, vida que corre.
Perdónanos por heredarte este mundo
