Sostenía una copa de vino entre sus desgastadas manos y miraba por la ventana. Extensos y preciosos jardines bañados por mil aromas rodeaban la mansión por la que tanto había trabajado. Sin duda, el esfuerzo de toda una vida se veía reflejado.
Ahora contemplaba la copa de vino con sus ojos cansados. Estaba solo, ni lágrimas amargas siquiera le acompañaban. La mujer que tanto amaba yacía muerta bajo una lápida de oro en el centro de aquellos jardines.
Rompió la copa derramándose el vino y henchido de tristeza, saltó por la ventana. Quería acompañarla, lamentando no haberlo hecho en vida.
Buff,buen y fuerte final,aunque el afecto general es triste.