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Un Silbato que No ExtraÑarÉ


Días gratos en Arequipa, quizá los mejores de este año, pero lo más interesante: estar ahí sin estar. Como si desdoblado estuviera, formo parte del cielo arequipeño, de alguna parte de su frescura, acompañado, como se debe a un desdoblado, por un ángel.

Compartiendo noches casi enteras, y palabras, y gestos imaginados, y sonrisas. Compartiendo emociones, compartiendo vida. Amaneciendo con ilusión, respirando a un micrófono que grita del otro lado que alguien se siente bien, susurrando cariño en la tiniebla de una luz muy tenue que recorre ambos cuartos.

Escuchando, imaginando sus vueltas en la cama, sus pies estirándose, sus manos rompiendo una cerámica, su respiración proclamando sueño. Noches cortas para el gusto que generan sus rasgos compartidos conmigo.

Extraño su presencia, insisto, su presencia. No extraño la noche anterior, porque sé que estará aquí a las 23 vueltas de la manecilla el día de hoy. No extrañaré el silbato inoportuno del vigilante de su castillo, que cual guardián de cuentos, advierte su presencia para que ningún osado príncipe azul se atreva a rescatarla. Pero si extrañaré, sin pena, su lejanía, porque estoy convencido que cada vez está más cerca.
Camellote19 de noviembre de 2009

2 Comentarios

  • Romina

    aja!!!
    sera que ese silbato tiene nombre propio?
    jaja ... me encanta ... como siempre me gusta la manera como muestras a tu alma sin miedo ... lindo ... :)

    19/11/09 05:11

  • Danae

    Un texto de una bella coherencia lírica interna. Y tierna.
    Un abrazo, Camellote

    28/11/09 08:11

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