Hay veces en la vida, en las que por situaciones pasadas detestas todo tipo de amor. Te horroriza la idea de estar al lado de una persona, o de ver a alguien todos los días. Te horroriza depender de un olor, de un abrazo, de una sonrisa o de un beso para sonreír como si no hubiera mañana. Odias pensar en el tacto de su piel, en la forma en la que te coge la mano, o la cintura para acercarte a él muy lentamente. No quieres querer a alguien tanto, que no encuentres palabras para describir lo que sientes. Que a su lado todo es un poquito mejor, que todo es más bonito si sonríe, que irías al fin del mundo de su mano. Odias toda clase de facetas del amor. Pero de repente, encuentras a una persona que te rompe todos tus esquemas. Nunca pensaste, la primera vez que lo viste, que iba a ser tan importante para ti. Que iba a ser esa persona que te alegrara los días, que la necesitaras para ser feliz, para seguir adelante. Y es que ahora no te imaginas una vida sin su sonrisa, o sin la forma en que mueve las cejas cuando se pone nervioso, sin las miradas asesinas que echa a la gente que se mete contigo, sin las pequeña herida en sus dedos de la mano izquierda por las cuerdas de la guitarra, sin su aracnofobia, sin la sonrisa que pone después de darte un beso, sin ver sus ojos, sin que huela olores que nadie más puede oler,sin su pelo rizo, sin sus abrazos en los que sin quererlo se te cierran los ojos. Que se ha metido tanto en tu vida en tan poco tiempo, que ahora lo que detestas es la idea de tenerlo lejos de ti, de no volver a verlo nunca más. Y cada vez que te sonríe como solo el sabe, te gana. Y es que sencillamente, es la persona que tanto habías esperado, es esa persona que te pone la piel de gallina en cada abrazo. Que es al chico al que más has querido en tan poco tiempo.Y lo que te alegra,es que todavía queda mucho camino sujetando su mano.

Seguir AutorRecomendar Texto Agregar a Favoritos