La vida es como una partida de ajedrez. De un lado el individuo. Frente a él los avatares de la vida con sus imprevisibles y muchas veces sorprendentes movimientos. Y el individuo intentando dar respuesta adecuada en el tablero a las cambiantes circunstancias que se producen sucesivamente a lo largo de la partida. Obviamente con recursos acotados, ocho peones, dos torres, dos caballos...
Como en la vida, la partida puede dividirse en apertura, juego medio y final. Nadie espere que el jugador experimentado realice en una etapa movimientos similares a los de otra etapa del juego. No es falta de coherencia, sino que simplemente las circunstancias han variado y demandan acciones diferentes. Como nos ocurre a lo largo de nuestras vidas a las personas, con las circunstancias cambiando permanentemente. Pero pretender que el Universo se detenga es ocioso. La realidad es cinematográfica, y no una inmóvil fotografía.
