Me arrojaron palabras hirientes que no tome importancia, dando más importancia a que tenía gente querida a mí alrededor. Me llamaron ladrón, yo simplemente les dije que no era mí culpa tener a las personas que tengo, ellas vinieron cuando lo necesitaba. Ahora yo podría usar las mismas palabras contra terceros, pero sé que ellos utilizarían lo que yo dije un día, en ese momento sabía lo que los demás sentían, era el tiempo quien me enseñó ese sentimiento, esa sensación de arrebatamiento. Perder algo que quieres duele, más cuando se va ante tus ojos y no puedes hacer que se quede. El caso es que hacer que una persona sea retenida sólo porque tú lo dices es dañino, nadie está obligado a estar a la fuerza, ellos decidieron partir, yo siempre he estado aquí esperando a que necesiten de mí. Sin arrepentirme del tiempo que les di, aceptando su última palabra, no podría desear más que su felicidad donde quiera que esté.
