De: El
La conocí una tarde, de esos días que jamás vas a poder olvidar, era inevitable, ella me gustó desde el principio, todos mis amigos vieron que yo tenía una mirada distinta. No la busqué, ni ella a mí, simplemente el destino hizo su gran aparición, recuerdo que siempre le decía lo bella que era, solía mirar mis ojos, creo que nunca dejaba de hacerlo, tocar su mano era como sentir lo que realmente era ese sentimiento. Me mantenía cerca de ella, no quería que nada le pasara, me hablaba de una forma que nadie había hecho, su sonrisa era encantadora, de oreja a oreja, hacía la mía. Pero un día supe que tenía que hacerlo, decirle que mi partida era inevitable, estuve a punto de no haber empezado esto, ahora sé que hubiera hecho el peor error de mi vida, esos largos meses fueron los que me cambiaron, los que la cambiaron y la hicieron crecer. Ella lo tomo bien, o al menos eso me hizo pensar, supongo que quería demostrarme que podía ser fuerte y aceptarlo, no esperaba más de ella, siempre se ponía así cuando algo la hacía sentir mal. No quería irme, no quería dejarla, pero no tuve otra opción, por un segundo me bajaba del autobús, para correr hacía ella, sabía que me necesitaba. Es imposible pensar que haya dejado libre a alguien que quise tanto, pero ella lo sabe, que hasta el último momento no deje de hacerla sentir especial, pienso que no le faltó nada, no se quejó de mí, no lloró por mi culpa. Ya me estoy yendo, veo cómo avanza, y ella se queda allí parada, no sé qué será de mi sin ella, que será de ella sin mí, supongo que tan solo seguir, cariño, te prometo que en cuanto vuelva lo primero será buscarte.
