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Aclaración Iv

IV.I

Por lo general, salir con Balas a buscar ingredientes para sus pócimas, fórmulas y pociones era un coñazo. Pero esta ocasión fue diferente. Parecía más interesada que de costumbre; por ello decidí salir con ella con un poco más de ánimo y curiosidad. A la parada en el mercado negro, ella y una vendedora debatían. Yo solo observaba, pues se suponía que era Balas la que sabía de negocios.

- Niña, son los dos últimos apéndices de coleóptero ludins que me quedan. Al parecer su caza ya esta prohibida por las leyes de la comarca vecina. ¡No puedo dejártelas por menos de 5000! A demás, ya tienen un comprador.
- No menos de 5000 ¿eh? ¿Y qué me dice si le pago en especie?
- ¡Qué dices niña! ¡A mí no me van esos rollos!
- ¡No me refiero a eso! Quiero decir que... ¿Y si le pago con este globo ocular? —Dijo Balas a la vendedora, mientras señalaba su propio ojo izquierdo con su dedo índice-
- ¡Tonta! ¿Pero qué haces? —le reclamé.
- Camila, guarda silencio, yo sé lo que hago.
- Eres muy valiente al ofrecerme tu ojo a cambio de los apéndices. ¿Estás segura?
- Estoy segura, señora. Prepare sus herramientas, que este ojo se lo doy ya.

Pasamos a la trastienda la vendedora, Balas y yo. Mi amiga se recostó sobre una mesa. La señora dueña de la tienda, de ya avanzada edad, cogió unas largas pinzas. Yo tragué saliva. La vendedora sumergió las pinzas en un cubo con agua que no parecía estar limpia. A decir verdad, no estoy segura de si era agua o algo más. Tomó con los extremos el ojo de Balas, y con un solo movimiento se lo arrancó de la cara. Luego le entregó los apéndices y salimos de la tienda.

- ¡Mira, los he conseguido! —Me dijo, con una boba sonrisa en el rostro, al cual ahora le faltaba un ojo, y por cuya órbita al descubierto sangraba abundantemente.

Enmudecí horrorizada. Pero luego, cuando nos alejamos de la tienda, Balas colocó su mano sobre la órbita vacía. Toda la sangre derramada le regresó al rostro; y al retirar la mano, su ojo estaba intacto.

- ¿Cómo lo has hecho? —pregunté boquiabierta.
- Puedes hacer muchas cosas con brujería —me respondió ella— La verdad es que no sé por qué no quieres aprender.
- Porque está en contra de las leyes de la comarca, y de las leyes de Dios —objeté.
- ¡Si, tú! ¡Camila la santa! jajaja ¿Por qué eres mi amiga?
- Yo tampoco lo sé jajaja. Pero bueno, ¿dónde vamos ahora?

Pasamos a un callejón muy oculto del mercado. Se rumoraba que en ese callejón se vendía de lo más extraño e ilegal que se podría imaginar. La verdad es que me acojonaba un poco. Entramos a un local en el que atendía un tío, bastante feo para mi gusto. Y como siempre, Balas hablaba y yo observaba.

- ¡Que me cuentas, tía! ¿Un rayo de zen?
- No te hagas el tonto. Sé que lo tienes aquí y sé que es e último en el mundo. ¿Dónde está? ¿Cuánto cuesta?
- Niña, no podrías pagarlo.
- Entiendo. Entonces... ¿qué me dices si te pago en especie?
- ¿Vas a dejar que tome una parte de tu cuerpo?
- ¡No me refiero a eso! Hablo de darte... todo mi cuerpo...
- ¿Estás loca? ¿Vas a acostarte con ese tío? —volví a reclamarle.
- ¡Basta, Camila!
- Me gusta la idea —dijo el tío— Pero con una condición. Vamos allá atrás a mi rincón y te la diré.
- Vale. Camila, espérame aquí. Volveré en... una hora o así.

Me sorprendió tanto como haberla visto sin un ojo. ¡Qué remedio! Me tocó esperar sentada por una hora y media. No alcanzaba a ver, pero claramente podía escuchar los gemidos y sollozos de Balas. El tío era un abusivo, pero al parecer, eso a ella le gustaba. Y... aunque el tío estuviera feo... sentí envidia... Cuando todo terminó, Balas y yo salimos de la tienda. Entonces, tuve que preguntar.

- ¿Cuál era la condición?
- Él no quería que le vendiera sexo. Él quería que le vendiera mi virginidad.
- ¿Entonces?
- Se la he vendido.
- ¡Tonta! ¿Pero cómo? ¡Si tú no eres virgen!

Puso su mano sobre mi hombro y me dio unas palmaditas, como si sintiera algún tipo de lástima o pena por mí.

- Camila, ingenua Camila. ¿Recuerdas el último brebaje que he tomado antes de salir de casa?
- Sí. ¿Qué hay con él?
- Al beberlo... vuelves a ser virgen. ¡Yo siempre estoy preparada!
- ¡Maldita bruja! —le dije, aunque era mi mejor amiga.
- Gracias por el cumplido —me respondió ella.

Así pasamos el resto del día, comprando en el mercado al estilo único de Balas. Al regresar a casa, ella corrió a su "habitación mágica", y se dispuso a experimentar con los ingredientes que recién habíamos comprado. Lo que preparaba hoy, era algo muy especial y diferente a lo que hubiese preparado antes, pues se le veía con bastante afán y determinación. ¿De qué se trataría? Varias veces le pregunté, pero ella se negó a responder.

Una mañana desperté, Balas no estaba en casa, pero encontré una nota suya. La nota ponía: "He ido a hacerle una 'visita' a los reyes. No te preocupes por mí. Balas"

- ¿Visita? ¿A caso tiene pensado deshacerse de los reyes de la comarca? —pensé...


IV.II

Unos días después, una figura vestida con una extendida vestimenta apareció en el castillo.

- ¿Qué pintas aquí, mujer? —Interrogó malhumorado el Rey.
- Su Majestad, permita presentarme. Mi nombre es Balas.
- ¿Y qué es lo que quieres? —Le dijo a la mujer sin abandonar su mal humor.
- Verá usted... —Dijo Balas, mientras introducía su mano en su largo vestido. El Rey se inquietó un poco...
Chrisgarcia17 de noviembre de 2010

4 Comentarios

  • Chrisgarcia

    Bueno bueno... Continuando... Tratando de no perder la secuencia...

    17/11/10 09:11

  • Serge

    Amigo me has dejado intrigado con el final, esa balas si que es una bruja.

    Me gusta como escribes.

    Saludos.

    Sergio.

    17/11/10 09:11

  • Serge

    Chris:
    Amigo la última parte ya la has puesto en la aclaración 3.

    17/11/10 10:11

  • Chrisgarcia

    Serge:
    Pues ese era el punto jajaja
    Y sé que la última parte también está en la anterior. Digamos que es a modo de recuento jaja
    Gracias por leer y comentar.

    18/11/10 08:11

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