Cómodo está el COVID en el infierno
sin merma en su poder, con el calor;
tampoco le importa el rastreador
que con celo busca su cerco externo.
Y unido a una economía de invierno
las cosas pierden y ganan valor,
no en euros sino ausencia de dolor
en esta vida del mundo moderno
con dramas y tragedias repetidas
de explosiones, de vertidos e incendios,
con angustia y personas abatidas
mientras hay quien sigue con los dispendios
frente a pequeñas empresas destruidas
que sienten en su piel los vilipendios.