Sones melódicos
me transportan
me confortan
y aunque episódicos
destellos fugaces,
curan mi alma
logrando la calma
con palabras locuaces
que surcan las olas
de la armonía
que me hacen de guía
cuando me hallo a solas.
En el lejano horizonte
no vislumbro nada,
mas me deslumbra cada
pensamiento polizonte
que en mi interior
me aprieta, me abraza
esquivando la coraza
que cambio por el valor
de llamar por su nombre
a lo que todos callan
frente a los que avasallan
sin que nadie se asombre.
Un delicioso escalofrío
me resquebraja por dentro
dirigiéndome al encuentro
de la alegría y el vocerío,
rescatando mi sonrisa
más blanca y cristalina
que en mí todo ilumina
al paso de esa brisa,
que como el Guadiana
hace de su capa un sayo
mirando de soslayo
cuando le viene en gana.
Cuartilla en blanco
sin lápices de colores
ornamento con flores
mientras arranco
una a una cada pena,
la envuelvo en seda
de forma que se queda
lo que me envenena,
y lloran sus hilos
lágrimas de pimienta
de forma serena, lenta
en un mar de sigilos.
Un suave bostezo
alimenta mi mente
todavía presente
aunque es el comienzo
de un corazón lento
que a la par que descansa
su brío amansa
en el rumor del viento
que se lleva hasta mañana
los pesares y los miedos,
los dogmas y los credos
dejando de cardar la lana.
