Siempre fue de los de querer hacer y no de tener. Aunque guardaba con celo lo que tenía y hacía lo posible por no perderlo. Un día tras otro lo dedicó a soñar en aquello que quería hacer, hasta que llegó ese día cualquiera en que ya no pensó más en qué hacer, sino que empezó a hacer todo aquello que alguna vez había planeado o imaginado o dicho que iba a hacer.
Cambió el haré por hice y tantos años después de aquella decisión, hoy aún sigue haciendo.