Vale. De acuerdo. Sí, es verdad. Bien. Como digas. No tienes por qué. Si lo ves conveniente
Cuando te apetezca. Ajá. Perfecto. No está mal. Pues sí. Tienes razón. ¿Por qué no? Eso es cierto. No tengo problema. Decide tú. A mí me da igual. Ya sabes. No te preocupes. Okey. Nos vemos. Chao.
Y colgó el teléfono. Con un gesto un tanto vulgar soltó un ¡Que te den! y acto seguido fue hasta la ducha, nadie iba a estropear su noche.