Veo la lluvia caer y me acuerdo de que justo la última vez que llovió no importaba cuántas gotas cayeran sobre mi cara o sobre mi ropa, no importaba cuánto frío tuviera, no importaba el tiempo que siguiera lloviendo. Las gotas no mojaban, el frío no me estremecía, el mal tiempo me era indiferente porque todo lo que yo quería o necesitaba en ese momento eras TÚ. Y ahí estabas, rodeándome la cintura mientras yo intentaba disimular lo nerviosa que estaba, lo importante que era que tú me tocaras, que tú me miraras, que tú te fijaras. Pero ahora que sólo sé que lo hiciste porque sólo querías unos cuántos besos de más que ninguna otra te había dado ese día, me siento fría, las gotas me empapan la piel y cada una de ellas me recuerda un momento junto a ti, cada momento que parecía no acabarse, cada momento que me decías te quiero, cada momento que me regalaste, cada momento que vivimos juntos. Y cada uno de esos momentos que tan feliz me hacían ahora duelen, duelen de una manera imposible de describir. Duelen como si cada gota me perforara el cuerpo. ¿No ves lo que duele?...
