Cuerpos exánimes atrapados en su féretro, tienen hoy más brío que todo mi ser.
Hoy escupo aversión, palabras de azufre; y La Tierra hoy me escupe,
Y nuevos barrotes de fuego, convergen de sus entrañas,
y mi torso se crispa malherido, retorciéndose sobre la grava ,
y mi lengua, carbonizada, maldiciendo cada resquicio de vida.
Olmos elípticos, cielos perturbados, lluvias de ceniza...
Dadme la bienvenida, al mundo de los miserables.
Infierno, morada infinita de las vanas ilusiones,
ofrece el cobijo eterno a este moribundo,
exiliado y condenado al desasosiego.
¡Me ha sido extirpada la vida,
y mis pies no caminan sobre tierras firmes!